A la CUP la quieren los independentistas de Junt Pel Sí para que haga presidente de la Generalitat a Artur Mas. Quieren sus votos parlamentarios, los de sus diputados. Pero hay más.

A la CUP puede quererla ERC. Los republicanos, que parece irán solos, sin CDC, a las elecciones del 20 de diciembre al Congreso de los Diputados en algunas demarcaciones tienen interés en el espacio que ocupó la formación que lideró Antonio Baños. Como los chicos de la CUP, los más coherentes en su incoherencia, no se presentan a las elecciones al Parlamento español, el aproximadamente 10% de votos que obtuvieron en las autonómicas del 27S, ¿para quién será en diciembre?

Ese voto juvenil, metropolitano, contracorriente, hastiado, rebelde, enfadado, puede repartirse entre la abstención (no desdeñable), la candidatura de Catalunya en Comú y la de ERC. Parece obvió que CDC no pescará en los votantes que logró en septiembre la CUP. Y también es más que probable que los diputados de Catalunya si que es pot que ayudaron a convertir a Carme Forcadell en presidenta del Parlamento buscaban una aproximación a ese espacio.

Los antisistema de la CUP se están convirtiendo en doblemente protagonistas de la vida política catalana. Por acción y por omisión, lo que ya resulta una prueba indiscutible del grado de estulticia colectiva al que hemos llegado.