La deuda de Cataluña ha crecido en 12.420 millones desde 2012, en dos años y diez meses. De 2010 a 2012, lo hizo otro tanto. En total, desde que Artur Mas accedió a la presidencia de la Generalitat tras el gobierno del tripartito que presidía José Montilla el volumen de deuda de la administración autonómica catalana ha crecido en 29.176 millones de euros.

En la campaña electoral sería lógico que se debatiese de las razones que han situado a Cataluña como la comunidad más endeudada de España con un volumen absoluto de 64.792 millones de euros, el doble que hace apenas cinco años.

Estaría bien que partidos y candidatos justificaran o criticaran esa monumental cifra, que hipoteca la actuación inversora y las finanzas públicas no sólo del presente, sino también del futuro.

Estaría bien que la campaña debatiera por qué razones, justificadas o no, Cataluña tiene el doble de deuda hoy que hace 5 años

Quizá Mas tenga alguna justificación más original que el Madrid que roba. Es obvio que en parte de esos años la crisis económica ha golpeado con dureza y la recaudación autonómica ha decrecido tanto en impuestos propios como en otros cedidos. A menos actividad económica, es obvio, también menos ingresos fiscales.

Pero lo que estaría bien que una campaña pusiera sobre la mesa es cuánto de ese gigantesco endeudamiento corresponde al menor ingreso y cuánto a la ausencia de medidas correctoras de gestión. ¿Cómo se han reducido los gastos y en qué áreas se han mantenido? Eso, es obvio, también es política. ¿Cómo se han realizado búsquedas alternativas de ingresos mediante privatizaciones y enajenaciones de patrimonio público, con qué resultados? También estaríamos hablando de política.

Decir que un hipotético déficit fiscal es responsable de la falta de recursos y  que de poseerlo se solventaría de un plumazo todo el monumental agujero que se ha estado creando es orillar la discusión y el debate político profundo que encierra.

Entiendo que si todas las privatizaciones se han hecho como la de las aguas catalanas Mas no quiera hablar de tamaña chapuza, que una vez y otra le recuerda a la ciudadanía por la vía de los tribunales que hablamos de un gobernante que pasaría con dificultades una evaluación de compliance penal. Pero, ICV, PSC, C’s, PP, las CUP, Unió… ¿tampoco serán capaces de hablar de gestión gubernamental? ¿Sólo de independencia sí o no?

Es obvio que Mas es un lince en marcar a su oposición la agenda política. Y, de paso, en hurtar a los ciudadanos debates reales que tienen una importancia capital para definir a quién y cómo se vota, incluso siendo independentista.