Anda revuelto el constitucionalismo en Cataluña. La elección de Salvador Illa como candidato del PSC para las autonómicas del 14F ha generado nerviosismo entre sus adversarios.

Pese a la previsible debacle de Ciudadanos, a Iceta no le salían los números. En cambio, según los socialistas, el ministro de Sanidad conseguirá mejores resultados. Así que, ya sea por convicción o por pragmatismo, por iniciativa propia o por sugerencia del tándem Sánchez-Redondo, el primer secretario del PSC ha dado un paso al lado.

La operación Illa, además, ha conseguido generar un inesperado impulso de optimismo entre los suyos. No sabemos si el PSC ganará las elecciones o no, pero la maniobra ha logrado transmitir a los votantes que puede ganarlas. Esa sensación de que la victoria es plausible supone un triunfo en clave electoral porque mucha gente se apunta al caballo ganador. Y parecerlo es un éxito.

Después del 14F ya se verá si la apuesta fue acertada. La delgada línea roja está en los 30 escaños (casi el doble de los 17 actuales). El objetivo del PSC es superarlos. Quedarse por debajo sería un fracaso.

En todo caso, la preocupación de los rivales de los socialistas es evidente. El PP y Cs han criticado a Illa con dureza, al que acusan de utilizar el ministerio como plataforma electoral, buscar un pacto con los independentistas de ERC y con los comuns para recrear un nuevo tripartito que apuntale el acuerdo que sostiene al Gobierno, y allanar dicho camino mediante los indultos a los cabecillas del procés.

En paralelo, ha empezado la batalla entre populares y naranjas. Los primeros le han birlado a los segundos a Lorena Roldán, que hasta el verano era candidata de Cs a las elecciones de febrero. Ahora es bienvenida, pero antaño desde el PP se recordaba su participación en la Via catalana per la independència (la macrocadena humana secesionista del 11S de 2013).

Alejandro Fernández también ha fichado a Eva Parera (concejal de la plataforma de Manuel Valls, Barcelona pel Canvi, coaligada a Cs). Dos golpes del dirigente popular a la línea de flotación de los naranjas en muy pocos días en busca de sus votantes de 2017.

Aunque, como bien recuerdan desde Cs --lo hacen ahora, claro, no en la pasada campaña de las municipales, en las que fueron socios--, la neoconstitucionalísima Parera procede de los nacionalistas de Unió Democràtica de Catalunya (UDC) --sí, los aliados de CiU de toda la vida-- y de sus sucesores, Units per Avançar, y en su momento defendió la celebración de un referéndum para la independencia de Cataluña. Tal vez esta incorporación le sirva al PP para rascar algún voto del catalanismo moderado pero me temo que no ayudará a construir un dique para mitigar la temida fuga de papeletas a la extrema derecha.

En el grupo de los críticos con Illa hay que incluir a Podemos y a los comuns --en el discutible caso de que se les considere constitucionalistas--, que se suman a la exigencia de que deje su cargo de ministro ya y no apure hasta la campaña del 14F. Otro síntoma de temor.

Sea como sea, la llegada de Illa completa la renovación total de los candidatos de las formaciones constitucionalistas en una sola legislatura de apenas tres años. Además de Iceta en el PSC, en este tiempo han sido sustituidos como cabezas de lista Inés Arrimadas por Carlos Carrizosa (Cs), Xavier García Albiol por Alejandro Fernández (PP) y Xavier Domènech por Jéssica Albiach (comuns).

Pero esta sacudida también ha afectado a las formaciones independentistas, aunque por otros motivos. Ni JxCat (Laura Borràs por Carles Puigdemont), ni ERC (Pere Aragonès por Oriol Junqueras), ni la CUP (Dolors Sabater por Carles Riera) repiten candidatos a la presidencia de la Generalitat. Una muestra más de que el procés ha sido una máquina de triturar líderes políticos en Cataluña.

Suerte a los recién llegados. La van a necesitar.