La bolsa española está estresada. Es una forma fina de decir que se la está pegando. ¿Cuál es la razón? La primera es que el índice general y más representativo, el Ibex 35, sigue en retroceso. Ayer cerró en el entorno de los 8.300 puntos, muy lejos de los más de 10.000 que consiguió en tiempos no muy lejanos. China, el petróleo, las incertidumbres sobre la economía europea son las razones básicas.

En ese contexto, el valor de las empresas españolas es frágil. Algunas, incluso, están a precio regalado. Por ejemplo, la petrolera Repsol. Muchos analistas consultados dicen que comprar acciones de la compañía que preside Antoni Brufau y dirige Josu Jon Imaz es hoy un buen negocio. Aseguran que es difícil que llegue a peores registros. Por tanto, su valor bursátil es una perita en dulce si se tiene en cuenta cuáles son sus fundamentales y que por más que baje el precio del petróleo, es uno de los propietarios de Gas Natural.

En un año, Repsol ha pasado de unos 15-16 euros por acción a casi la mitad. En la última sesión cerró su valor en 8,02 euros.

La firma que preside Brufau está afectada por la caída del precio del barril de petróleo, pero también por su propia posición estratégica en el mercado. ¿Quién asegura que no es una compañía que puede ser objeto de una OPA a tenor de la capitalización actual? Incluso, pese a cumplir sus planes estratégicos, la firma está en el ojo del huracán de los parquets bursátiles. Otra cosa es quién puede comprar y con qué fin. Pero, con independencia de esa discusión, el precio de Repsol es especialmente atractivo para aquellos inversores que deseen hacer una plusvalía a medio o largo plazo. Es posible que aún descienda algo más de precio, pero también que ante una oferta o un cambio de rumbo del mercado se produzca un cambio sustancial de cotización.

Repsol está barata, las bolsas lo saben, los barandilleros también y, finalmente, su competencia. No es una mala alternativa de inversión. Y si llega una OPA en estos momentos, sin nuevo gobierno en España, será más difícil defender la españolidad de la operación.

Para que luego digan que la política y la economía van por caminos diferentes…