Estimado presidente,

 

Me atrevo a formularle cinco preguntas:

 

1. ¿El partido que dirige se ha financiado de manera irregular en algún momento del periodo en el que usted lo ha dirigido? En caso de respuesta negativa, ¿pone usted la mano en el fuego? Si se descubriera alguna irregularidad ¿renunciaría a su cargo?

2. ¿Tenía usted algún conocimiento, vía directa o a través de colaboradores suyos como el consejero Germà Gordó, de la existencia de irregularidades en la obtención de fondos con objeto de hacer política?

3. En virtud de su cargo de máximo responsable político, ¿dio usted alguna instrucción para evitar que CDC usará vías irregulares de obtención de fondos?

4. De la cumbre que convocó para mejorar la situación de la corrupción en Cataluña, ¿ha conseguido algún avance o consecución que pueda explicar?

5. De demostrarse la existencia de fondos obtenidos de manera irregular, ¿qué medidas adoptaría en su partido y con las empresas pagadoras en tanto que presidente del país?

 

Seguramente, ayer no se le hicieron ninguna de estas preguntas. Francamente, tampoco espero que las responda con sinceridad. En ellas, no obstante, se contiene mucha política. Lo de ayer en el Parlament volvió a ser un juego infantil en el que el presidente catalán, Artur Mas, se limitó a jugar en ese campo de segunda regional en el que se ha convertido la Cámara catalana. Lastimoso pero cierto.