Las protestas independentistas que han seguido a que se conociese la condena del Tribunal Supremo a los líderes del 1-O ya han encendido las alarmas por el nuevo daño que se ha hecho a la imagen exterior de la ciudad. El colapso en los accesos al aeropuerto, que se prolongó hasta casi la medianoche del lunes, propició que tanto aerolíneas como embajadas mandaran alertas sobre que, de nuevo, la situación en Barcelona es complicada.

Disturbios en El Prat tras la sentencia condenatoria del Procés / CG

A ello se suma la realidad que se ha vivido este martes, cuando la normalidad ha vuelto a verse alterada, sobretodo con los disturbios en las calles de Barcelona que puede repetirse en los próximos días, hasta el denominado paro de país del viernes. Paralizar la ciudad será entonces el objetivo de las reivindicaciones políticas vehiculadas a través de una huelga general convocada por unos sindicatos con una representatividad testimonial.

Formaciones supuestamente de defensa de los derechos laborales --que contrastan con las marchas que han llegado este martes a Madrid para exigir la dignificación de las pensiones--, y con un activismo al nivel de la dirección de la Cámara de Comercio de Barcelona. La misma que tras fracasar su intento de tirar adelante una declaración institucional de todas las organizaciones de dinamización económica local de Cataluña a favor del paro de país divulgó un comunicado en el que aseguraba que tres de cada cuatro empresarios consideraban que la independencia sería positiva para su negocio. Basó este anuncio en una consulta abierta a todos los administradores de una sociedad y autónomos catalanes que ha conseguido…1.670 adhesiones.

Los empresarios con los negocios más expuestos al turismo, hoteleros y restauradores, ya han alertado de que el daño a la imagen internacional a Barcelona tendrá consecuencias económicas. E incluso de forma más rápida, ya que aún está en la retina de los operadores la situación que se vivió a finales de 2017. Entonces la capital catalana recibió la etiqueta de lugar complicado que cala en los perfiles de viajeros que más conviene atraer a la ciudad, familias y turistas de alto poder adquisitivo.

El daño a la imagen de Barcelona y, por ende, a la principal fuente de ingresos de la economía catalana, llega en un momento de desaceleración internacional. España sufrirá y Cataluña ya ha cedido su posición de locomotora del PIB nacional, por lo que jugar con un viento de cola como es el poder de la marca local es jugar con fuego. Tal y como advirtió la propia consejera de Economía de la Generalitat, Àngels Chacón (JxCat), en este juego perdemos todos.