Antes de nada, he querido comprobar que el Diccionari de la llengua catalana recoge el verbo dimitir. En efecto, lo incluye, aunque puede caer en desuso en cualquier momento. A continuación, he buscado si tiene el mismo significado que en castellano. Más o menos. El Diccionario de la lengua española lo define así: “Renunciar, hacer dejación de algo, como un empleo, una comisión”. En catalán significa esto: “Renunciar (un cargo)”

Dicho esto, es cierto que en ninguna de las dos lenguas se indica que la acción sea inmediata. Por lo tanto, se puede dimitir en diferido, por raro que suene, como ha hecho el alcalde de Manlleu, Àlex Garrido. Es decir, se queda. Y se queda después de consultar su futuro con la Moreneta, a pesar de que comunicó su “decisión irrevocable de renunciar al cargo de manera inmediata” a raíz de la publicación de unas imágenes del verano, de su vida privada, en las que se le ve con dificultades para actuar con normalidad porque el brindis se le fue de las manos. Es esclavo de sus palabras.

No sabemos qué le ha pasado a Garrido para reconsiderar su posición en tan poco tiempo, más allá de su faceta como político. Y eso es lo preocupante: se puede discutir si debe dimitir por un mal momento en su vida privada, con la agravante de que ese mal momento llega en mitad de una pandemia y cuando su ciudad, Manlleu, no es precisamente la más limpia de coronavirus; pero lo que no admite discusión es la aceptación de que los políticos no tienen palabra, como demuestra la actitud de este edil de ERC. Esta marcha atrás es mucho más preocupante que su día de ocio (si es que la polémica termina con este llamativo vídeo que publicó Crónica Global).

Decía Garrido que “los representantes públicos” tienen que ser “ejemplares” incluso en la vida privada. Ahora, tras unos días de meditación en Montserrat, tampoco ve tan claro este extremo y quiere debatirlo. Y sorprende que se desdiga a causa de la “movilización, a todos los niveles” para que siga como alcalde. Un alcalde que ni siquiera obtuvo la mayoría absoluta en las últimas elecciones. Algo me dice que si fuera otro medio el que hubiera publicado las imágenes ya se habría marchado a casa. Eso sí, afirma que este será su único mandato. Es decir, que sí, que dimite en diferido. Un verbo, el de diferir, que está más presente en Cataluña que el de dimitir. Sin ir más lejos, Quim Torra convocó elecciones en enero… pero sin fecha. En diferido. Porque él ya ni siquiera está.

Por el contrario, otros, no muchos (se cuentan con los dedos de una mano), sí asumen sus responsabilidades. Hay dos casos bastante recientes: la renuncia de Alfred Bosch en ERC por un asunto de acoso sexual en su consejería, y la dimisión de Álex Pastor, del PSC, como alcalde de Badalona por otro brindis que se fue de madre en un peor momento de la pandemia. Porque sí, hay que exigir a los representantes públicos que sean un ejemplo a seguir también en su vida privada. Si no están listos para gobernar su vida, ¿cómo lo van a estar para gestionar un pueblo, una autonomía o un país?