Los 300 de la CUP

Gerard Mateo
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La CUP, nadie lo podrá negar, tiene la infartante capacidad de sorprender cada vez que moviliza a sus bases para decidir sobre un asunto capital. Ya ocurrió en 2015, cuando se produjo un empate a 1.515 papeletas entre los partidarios y los detractores de apoyar la investidura de Artur Mas, y lo hace ahora, con el rechazo a unos presupuestos hechos casi a su medida y pese a los constantes piropos, caricias y cesiones del conseller de Economía, Jaume Giró. Son apenas 300 cuperos los que han tumbado las cuentas. Así está Cataluña.

Fue la portavoz de los antisistema, Eulàlia Reguant, que cada día se parece más a Greta Thunberg con unos años encima, la encargada de soltar la bomba y animar la tarde en el Palau de la Generalitat, que con el bajón del procés estaban los ánimos decaídos: hoy por hoy, habrá enmienda a la totalidad de los presupuestos. El Govern --que sostiene que aprobará las cuentas sí o sí-- y la CUP, no obstante, se emplazan a seguir dialogando, ese democrático verbo que tanto gusta al independentismo y que usa como escudo en su enfrentamiento con la malvada España.

Los cuatro gatos de la CUP, pues, han puesto patas arriba la legislatura, aunque, como dice la oposición, es muy posible que, finalmente, los presupuestos salgan adelante con el apoyo de los antisistema. Pero, en el fondo, nada hay que recriminarle a estos radicales de tejanos rotos y camiseta desteñida. Sus postulados están muy claros. Son los mismos que callan cuando sus cachorros destrozan las instalaciones de un medio de comunicación como este; los que defienden el ataque de Arran a un bus turístico; los que se ponen de parte del injubilable síndic Ribó cuando afloran sus negocietes; los que dan la cara por los independentistas que rompen la carpa de una asociación constitucionalista juvenil en la UAB; los que disculpan la violencia en las calles tras la sentencia del procés; quienes se oponen ampliar El Prat y a los Juegos Olímpicos de Invierno del 2030...  

Esos 300 adalides del progreso y la convivencia son los que tienen la llave de la gobernabilidad en Cataluña, y no porque sean muy buenos en lo suyo, sino porque los que tienen al lado se mantienen firmes en el postureo independentista, heridos en su orgullo por el 1-O y lo que vino después, incapaces de observar que, con sus vetos al PSC, perpetúan el dolor y aceleran el empobrecimiento, y siguen gobernando solo para una parte --cada vez más pequeña-- de Cataluña. Hasta la radical Elisenda Paluzie, otrora gallarda, reconoce que el separatismo fa figa. Por eso es tan importante para todos ellos el asunto de la lengua, porque la imposición del catalán y la guerra al castellano es el gran rasgo diferencial entre los catalanes y el resto de los españoles, un elemento sobre el que seguir vertebrando el discurso victimista.

Sobre la independencia ja en parlarem, que això ara no toca. Lo último es que la CUP había pospuesto sus planes hasta 2030, aunque antes de las elecciones pasadas pretendía impulsar un nuevo referéndum antes del 2025. Si se produce la secesión ¿de qué iban a vivir?

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¿Quién es... Gerard Mateo?
Gerard Mateo

Barcelona, 1990. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona. Comenzó su camino profesional como colaborador en las publicaciones deportivas digitales Madrid-Barcelona y Defensacentral, antes de dar el salto al Diario Gol. Con posterioridad, y tras casi cinco años, aterrizó en Crónica Global, donde hoy por hoy ejerce de redactor jefe de actualidad y edición. Buscando explicación a todo.