Las elecciones locales, autonómicas y europeas del 26M han sumido al país en una oleada de negociaciones más o menos discretas para intentar configurar las Administraciones de los próximos cuatro años. No es un proceso menor, ya que la política municipal es la que tiene el impacto más directo para la ciudadanía.

Los partidos mandan y se tejerán estrategias (léase cambio de cromos) globales, pero en la política local los nombres a veces son mucho más importantes que las siglas y esto pesará. Faltan muchos días para la fecha límite de la constitución de los plenarios y por ahora sólo se certifica una de esas máximas vetustas: las negociaciones, cuanto más públicas menos certeras. Y esto es tan válido para los cortejos que se han iniciado en Barcelona con Ernest Maragall (ERC), Ada Colau (Comuns), Jaume Collboni (PSC) y Manuel Valls (Cs) de invitados como para una pequeña población de la Alta Ribagorça.

No hay espacio para la inflexibilidad y en ciertas plazas algunos se deberán tragar sapos y sacar de la chistera algún argumento válido para justificar que lo que hasta el 25 de mayo era una línea roja, ahora es siena. Mención aparte merece la desaparición de los llamados ayuntamientos del cambio. Acusan la fragmentación de la izquierda y las batallas internas, también con muchos personalismos de por medio.

El mejor análisis de lo sucedido hasta la fecha lo ha hecho el alcalde de Vigo, Abel Caballero. Ha asegurado que habían pinchado “por su bisoñez”. El veterano socialista puede hablar de experiencia y sacar pecho de haber conseguido la mayoría absoluta más amplia de todo el país. Este resultado ha acallado los que aún le recuerdan los nueve millones de leds con los que iluminó la ciudad la pasada Navidad, el récord que le convirtió en diana de humoristas y críticos, y que también consiguió un impacto comercial positivo para el municipio. Algo parecido a lo que ha sucedido en Estepona, donde José María García Urbano (PP) se ha hecho con casi el 70% de los votos semanas después de convertirse en carnaza de meme por su tobogán mortal. El 26M les ha ratificado.