Este fin de semana comienzan los actos del Mobile World Congress (MWC) de este año, en la fecha tradicional y, aunque con un formato algo más pequeño, será fundamentalmente presencial. Se trata sin duda de una excelente noticia para nuestra ciudad. El Mobile fue el primer gran evento que se canceló en 2020 por la situación de la entonces desconocida pandemia y es el primero en retomar la senda de la normalidad.

El Mobile no solo es una feria en la que los fabricantes nos enseñan sus novedades, los operadores la siguiente generación de la tecnología y cada vez más todo tipo de compañías presentan sus servicios digitales. Es un ecosistema que genera valor por la cantidad de reuniones que genera. La palabra mágica es el networking, conocer a gente con la que hacer cosas de manera conjunta.

Es verdad que la ciudad se enriquece gracias al gasto en hoteles, restaurantes, taxis, ocio... pero esos 250 millones que se calculan como riqueza inducida son nada en comparación con lo que deja en nuestra ciudad como germen para nuevas ideas y proyectos. En paralelo con el MWC se celebra una de las mayores ferias para startups, 4YFN. 4YFN une ideas con dinero. Y no es flor de un día. Gracias a la fundación Mobile World Capital esta semana prodigiosa se alarga todo el año y se funde con otras iniciativas para hace de nuestra ciudad una pieza clave en el sistema digital europeo. No es una casualidad que los dos únicos unicornios españoles hayan nacido en Barcelona.

Lo que aporta el Mobile a Barcelona no se puede medir. Lo que aporta nuestro ayuntamiento tampoco, pero si en el caso de la aportación del MWC la palabra inmensurable es por lo mucho que aporta, en el caso de Barcelona es por lo poco. Hemos tenido huelgas de casi todo, y este año los Ferrocarrils de la Generalitat amenazan con huelga, no se puede ser más inconsciente.

Pero no solo son las huelgas. Tenemos nuestra ciudad sucia, fea y peligrosa, siguen los bloques amarillos entorpeciendo el tráfico y tenemos obras por todos los lados. Y nuestros dirigentes ni están ni se les espera, y cuando se dejan ver no siempre es para bien. Es más que significativo que el ayuntamiento de L’Hospitalet nombre hijo adoptivo al CEO de la patronal de los operadores, la GSMA, en definitiva quien decide dónde se hace el congreso, y ni Barcelona ni Cataluña han tenido nunca un gesto positivo con Hoffman.

Las palabras de Hoffman al recibir la distinción son más que claras: "No debe de ser fácil vivir a la sombra de una gran ciudad de reputación internacional --en referencia a Barcelona--, pero eso también es una oportunidad para hacer el trabajo sin ruido y con más tranquilidad. L'Hospitalet tiene un gran liderazgo, asume los retos del día a día, emprende y cuida a sus ciudadanos y negocios".

Este año el MWC será, seguro, un éxito, algo contenido eso sí, y el que viene volverá a brillar superando de nuevo los 100.000 visitantes. Y no son fechas inocuas. El contrato con la Fira vence en 2024 y hay que hacer todo lo posible, y más, para renovar un congreso que pone a Barcelona, y su entorno, en el mapa digital, que es lo mismo que ponerle en el mapa de los negocios de este siglo.

Aunque hay muchas ciudades del mundo que quieren el congreso, la GSMA quiere quedarse, si no lo hiciese la culpa sería solo nuestra, como culpa nuestra ha sido no tener una sede del Hermitage, que el torneo de tenis más importante de España o la mayor pasarela de moda sean las de Madrid, que no seamos capaces de armar una candidatura para los juegos olímpicos de invierno o que el Sonar comience a desfilar también hacia la capital del reino.