Lees por aquí, escuchas por allá y uno no se entera de lo que quiere Puigdemont. ¿Formar Govern o ir a otras elecciones? Aclárese señor Puigdemont. En la entrevista masaje --ni con manteca de cerdo se consigue un masaje así-- de Vicent Sanchis dice que sí quiere un Govern antes del 22 de mayo, fecha fin de plazo. Pero con matices. Quiere su Govern. No cualquier Govern. El que él pueda dirigir. No vayan a poner un president que se lo crea, se rebele y no le haga puñetero caso. Como hizo él con Mas. Sabe de qué habla. Oiga, amigo lector, vaya entrevista. Ni a los ministros de Franco se las ponían así. Las preguntas, me refiero. Así se luce cualquiera.

Los argumentos de Puigdemont ya lo saben hasta las ovejas del Pirineo de Huesca. Repetidos, sobados y difundidos por TV3 hasta el aburrimiento. Se empeña en mostrar que las elecciones las quiere el Estado español. Y que ya hay president. Él mismo. Puigdemont se considera president a pesar del cese vía 155. Porque a él no lo destituyó el Parlament de Cataluña. Así te las devuelven Mariano, por aplicar bien y con contundencia el 155. Ja, ja. Otro gallo cantaría, como dicen por Galicia, si hubieras aplicado bien el 155. Al menos no reclamaría como suyo el cargo de president el muy viajero Puigdemont. Esa es la puerta que siempre quiere que esté abierta. Quiere un candidato que no le estorbe para poder ser él mismo investido. Por eso quiere la reforma de la Ley de Presidencia que le permitiría una investidura a distancia. Otra cosa es lo que diga el Supremo y el Tribunal Constitucional. De ahí su negativa a renunciar al escaño. No lo hará nunca.

Rajoy, otro gallo cantaría, como dicen por Galicia, si hubieras aplicado bien el 155

Nunca renunciará al escaño ganado el 21D. Quedaría muerto. Y si ha salido vivo de las prisiones de Merkel, no va a morir a manos de un president que no sea de su cuerda. O sea, de un president del gusto del juez Llarena. Eso no. Ni soñarlo, dice Puigdemont. Ni aunque lo solicite Artur Mas. Y como queda poco más de un mes para que cumpla el plazo, pues jugando, jugando... y proponiendo un candidato imposible de nombrarlo, se pasa el tiempo. Un candidato vetado por la justicia. Se pasa el mes. Gana tiempo. Y ya estamos en el día 22 de mayo. A elecciones. Ahí quiere ir Puigdemont. Y fulminar a ERC. ¿En qué estarán pensando los de ERC que no reaccionan? O sueltan pronto a Junqueras o ERC va derecho al pozo.

¿Qué opinión le merece a Puigdemont ERC y el PDeCAT? No se sabe. No le preguntaron por ello. No iba Sanchis a hacer preguntas comprometidas. De bien nacidos es ser agradecidos. ¿O no? A ver quién le dio un cargo de tal calibre. Para servicio del que le nombró. Como otras televisiones del país, no vayamos a olvidar. Pero en esta, el director Sanchis parecía un cura de pueblo de Castilla, indulgente con el joven que ha robado las peras del vecino. De todo tiene que haber. Por lo cual el expresident, aparentando bondad, insinúa que es la hora de la negociación. ¿Negociar qué? ¿Negociar con quién? Con el Estado español. Él quiere ser protagonista. Y que en Cataluña no intervenga el ejército. Vino a decir que “sería la primera vez en la historia de España que el ejército no interviene”. Lo dijo, no se sabe si con sorna, con ironía o con algún deseo impronunciable. Cosas de Puigdemont.

A elecciones. Ahí quiere ir Puigdemont. Y fulminar a ERC

Pero no pierde detalle ni oportunidad. Como reclamar la escolta a la que todo expresident tiene derecho. Se considera expresident, que ya es algo. Y quiere que todos le paguemos su seguridad. Incluso en Berlín. Ya sabe, señor Zoido, mándele una pareja de guardias civiles. Con total libertad para protegerlo. Y alguno más para el relevo, por si lo necesita. No pierde ocasión el señor Puigdemont de reclamar más. Debe salir barata su estancia en Bruselas o en Berlín. ¿Quién lo paga? Nunca se sabrá. Mientras tanto, sigue jugando al Govern o a elecciones. ¿Qué será peor?