Doy mi palabra de honor de que este artículo es verdad notarial. Este martes una lectora de mi generación de más de 30 años de lectura que ha leído cuatro de mis 13 libros de Memorias de Director, votante de la CUP, dijo que me admira. Le respondí que le enviaría un volumen de mis Memorias en el que me autoanalizo para explicar lo que pienso sobre mi identidad nacional de español y catalán, y tal vez me odie. Su respuesta fue que es imposible odiarme porque, desde hace muchos, me conoce. Yo la llamo María...

La gente de mi generación, que de chicos crecimos en el nacionalcatolicismo de Franco, pasamos muchas horas en la Iglesia, y los curas nos decían en el catecismo que un buen cristiano no puede faltar a su juramento, porque ha puesto a Dios como testigo.

Con ese criterio juro que lo que digo es cierto: no puedo ser separatista porque faltaría al respeto de mis antepasados y al de mis propios hijos: el 8 de febrero de 1993 nació en Granollers mi hijo Albert. Al día siguiente, los cuatro de la familia volvimos a casa alegres. Abrí el buzón y encontré una amenaza explícita en forma de octavilla. El enemigo era un vecino desconocido que vivía en mi escalera, porque con buen trazo había dibujado esta secuencia: un comando terrorista de Terra Lliure con pasamontañas entraba en casa. Estábamos en el sofá del comedor con su color verde. El dibujante no sólo conocía a mi familia, había una niña de cinco años (Raquel) y un bebé nacido el día anterior. Los encapuchados nos lanzaban dos cócteles Molotov: uno que encendía las cortinas, y otro al sofá. Debajo, aparecía escrita una sola frase amenazadora de Terra Lliure: 'la venganza es un plato que se sirve frío'.

Al día siguiente presenté la denuncia ante el comisario de la Policía Nacional. Esperé a que mis hijos fueran mayores de edad para que supieran sobre los enemigos de su familia. Por supuesto, mis hijos nunca serán indepes.

Diez años antes, en 1983, mi vecina del cuarto me dijo comiendo en El Casino que algo habrían hecho los asesinados por ETA. Nunca contesté tan mal a una mujer.

PD. Que nadie me diga que alguna cosa habría hecho.