El pasado día 6 de la Constitución Mario Vargas Llosa tal y como habíamos acordado, publicó una declaración sobre nuestro idioma y ahora casi ya el de medio mundo, como el más importante vehículo de transmisión cultural en la historia del planeta.

La filmación conseguimos amplificarla a través de medios de comunicación y redes sociales, gracias al esfuerzo de los equipos de diferentes plataformas y asociaciones de la sociedad civil. En el caso de España Cívica Vargas Llosa estuvo acompañado de hasta 15 videos cortos, con mensajes de importantes personalidades así como representantes de un más que notable número de asociaciones territoriales españolas.

Quisiera remarcar aquí que pese al conflicto y desastre de la educación en Cataluña, tanto Cataluña Suma por España, contribuyendo con un video de su Presidente, como Societat Civil Catalana con un papel decisivo en el acuerdo con el escritor y toda la organización con presencia constante de Fernando Sánchez Costa y la valiente periodista Anna Grau, demostraron que los catalanes que creemos en nuestro país no estamos solos ni mucho menos.

Y es remarcable todo ello junto a otras personas de asociaciones civiles, como son Salvador Sánchez Terán, Eduardo Serra o Nicolás Redondo, así como otros muchos que representan la pluralidad de ideas y la estrecha colaboración de la Sociedad Civil con mayúsculas al margen de partidos e ideologías políticas.  Esa manifestación de unión es precisamente lo que debería ser, lo que España necesita y con seguridad el cauce preciso para que se escuche fuerte y clara la voz de la ciudadanía española desde los diferentes puntos y rincones del país.  De izquierda a derecha.

Debo, no obstante, reconocer que la sociedad anda adormecida o quizás anestesiada y falta de ilusión, y es de suponer que la causa se debe a cuestiones tan graves como la pandemia, la profunda crisis económica, el destrozado mercado laboral y el brutalmente liquidado sector terciario como es el turismo, la restauración y la hostelería.

Pero hay que despertar, ante lo que se nos viene encima en los próximos años, que serán a duras penas soportables para millones de personas y familias en el límite de la pobreza y la indigencia. Lamentablemente tal y como está el escenario político, con todos a la greña, donde todo vale y el más poderoso es el que más miente y manipula mejor, --aunque todos bien anclados en su sillón y encajados en su sueldo--, no podemos los ciudadanos esperar nada de ellos en forma de confianza, ayudas y soluciones. Tampoco nos podemos dejar engatusar con una confianza en Europa, pues ésta quizás cumplirá, pero no se especifica en lugar alguno cuándo, cuánto y en qué condiciones.

Así las cosas tan solo la unión y unidad de la sociedad civil tendrá la potencia necesaria para demandar soluciones, mejorar las cosas básicas y exigir responsabilidades ante la parálisis y la mediocridad política. La sociedad civil puede alterar y enderezar el rumbo, puede amotinarse y cambiar tripulaciones, puede exigir soluciones y poner en la calle a todos aquellos irresponsables que no respondan a lo que el pueblo les ha encomendado.

Ya sé que la conciencia social crece poco a poco, que cuesta un esfuerzo titánico movilizar a la gente y crear músculo, que unos cuantos estamos dispuestos a trabajar y dar la cara aunque solo obtengamos palmaditas en la espalda de esa masa social dormida y silenciada, pero alguien lo tiene que hacer.  Ellos no lo harán porque ya les va bien como está.