Ofende, por lo que tiene de insulto a la inteligencia, que cargos políticos a favor y en contra del proceso independentista utilicen las redes sociales para sacar punta a los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils. Y si resulta ridículo que el ex jefe de prensa de Artur Mas arremeta contra el arzobispo Juan José Omella por hablar de la “autonomía catalana” en la misa posterior a los ataques --y eso que Joan Maria Piqué es un católico confeso--, igualmente absurdo es poner el foco en si el consejero de Interior, Joaquim Forn, da prioridad o no al castellano en sus ruedas de prensa. Es cierto que Forn metió la pata al distinguir entre víctimas catalanas y españolas, de ahí que este activista del secesionismo tenga que darle las gracias al aplomo del mayor de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, por acompañarle en sus ruedas de prensa. Las intervenciones del alto mando de la policía autonómica han sido impecables --e incluso mejoran bajo presión--, como también lo ha sido el despliegue mediático de este cuerpo policial, al que la Guardia Civil ha felicitado públicamente. ¿Dónde está la catalanofobia? De acuerdo, aceptemos que Forn es un recién llegado y que Trapero fue visto en el palco del Barça cuando sus agentes doblaban turnos. ¿Es o no es fácil sacarle punta a todo?

El secesionismo está deseando acabar con la tregua impuesta por los atentados y no sería descabellado que el emotivo lema “No tinc por” utilizado tras los ataques yihadistas, cobre un doble sentido

Lecturas subliminales y/o retorcidas aparte, lo cierto es que los atentados han dejado en segundo plano, como no podía ser de otra manera, el proyecto secesionista. Hay excepciones. Existe un microcosmos llamado Universitat Catalana d’Estiu (UCE) donde el procés sigue siendo protagonista, actuando de válvula de escape de viejas y no tan viejas glorias del separatismo. El ex consejero de Presidencia Francesc Homs y la ex titular de Educación Irene Rigau han desfilado por estas jornadas, que se celebran en Prada de Conflent, para recordar a todo aquel que quiera oírles que ellos son mártires de la causa y que fueron inhabilitados tras la consulta del 9N por los poderes fácticos españoles.

Sí, efectivamente, resulta obsceno que la antigua CDC siga con su mantra mientras el terrorismo desgarra, atención, no solo a Cataluña sino a toda España. No han sido los únicos en utilizar estas sesiones pseudoacadémicas como válvula de escape independentista. Mientras el consejero de Salud, Toni Comín, afirmaba que la única forma de mejorar el sistema sanitario catalán es la ruptura, el titular de Presidencia, Jordi Turull, abundaba en la audacia de los indepes en la tramitación de la ley del referéndum.

Sin paños calientes: el secesionismo está deseando acabar con la tregua impuesta por los atentados y no sería descabellado que el emotivo lema “No tinc por”, utilizado tras los ataques yihadistas, cobre un doble sentido a medida que se acerca la fecha de la Diada y del 1-O.