Pensamiento

Valentí Puig en dietario

24 junio, 2015 13:53

Desde su mayoría de edad, Valentí Puig viaja con afición en dietario. Acaba de publicar 'Dones que dormen' (Proa), su cuarto volumen de sucesos diarios en que abarca el período 1986-1990. Unas curiosas memorias por partes, otros cinco años de su vida referidos un cuarto de siglo después. Un cajón de sastre de un hombre que se sienta en la terraza de un bar y anota todo lo que ve. Pero que también escribe a medianoche y piensa en la necesidad de vivir la sintonía planetaria.

Valentí Puig entiende que escribir es pretender que algo nos sobreviva

Transitar por estas páginas -variadísimas, cultas, sencillas y honradas- es un verdadero gusto que les recomiendo. Puig recibió el año 1988 con estas memorables líneas: "Año Nuevo, danos la inteligencia para vivir y la gran humildad para entender que la vida es como es". Este afán de autenticidad, inteligente y humilde, colma una existencia personal. En otro lugar, se pregunta el autor: "¿Quién soy? Provisionalmente, alguien que busca la felicidad y cree en la libertad y el orden". Tanto da que perdamos, de hecho nunca seremos tan humanos como el día de la derrota. Vivir, escribir y no pedir nada más. Mirar una y otra vez cómo el color de las montañas, rostros de Dios, viene modulado por la duración del día y por el paso de las nubes. "El flanc lent d’un pujol passa lentament del gris fosc al blau i després a un verd dens. Passen hores. No fa cap falta concretar els pensaments".

Azorín escribió que vivir es ver volver, y ahora releo este párrafo de recuerdo, recogido en 'Dones que dormen': "Anàvem a l’escola amb carteres de cuiro encartonat, amb ansa i sivelles de plàstic. Hi dúiem els quaderns de cal·ligrafia, el portallapis de fusta, els llibres de text folrats de paper blau, un entrepà de mortadel·la. Aquelles carteres duraven poc. Quan venien els Reis d’Orient ens deixaven una altra maleta de cuiro fàcil al balcó".

Valentí Puig entiende que escribir es pretender que algo nos sobreviva. Es escritor de oficio y de vocación, busca una literatura inteligente, original y atractiva. Es persona sabia e íntegra, no habla mal de nadie y opta por no mortificar ni ajustar cuentas; reproduce lo que pensaba entonces, aunque ahora modificaría en algún grado esas palabras. Nunca chirría, dado que su moderación, sensatez y decencia siempre son constantes. Se pregunta si hay un modo de saber cómo ser feliz: sí, responde, aceptar nuestras limitaciones y dar pausa al deseo.

Se pregunta si hay un modo de saber cómo ser feliz: sí, responde, aceptar nuestras limitaciones y dar pausa al deseo

Valentí Puig es mallorquín y piensa que "l’illa és un paisatge de l’ànima, una forma específica d’arrelament perquè a la vegada té molt a veure amb els horitzons possibles". Valentí Puig es periodista y rememora la sentencia del gran Ramón Gómez de la Serna: "Sólo sé que gracias al periódico vive el escritor, pues los libros son largos de escribir y cortos de venta". Valentí Puig señala que gracias a escribir artículos en español le es posible escribir libros en catalán. Siente como propias las dos lenguas, lo que importa siempre es la palabra. Excepcional conocedor de las literaturas inglesa, francesa y española -en particular y como nadie, de la catalana- declara que la prosa castellana tiene muchos más registros que la prosa catalana. Y advierte del "estrepitoso peligro de convertir la literatura catalana en una especie de gueto protegido y cuanto más alejado mejor del panorama hispánico. Es el peligro de querer hacer una cultura de escaparate en lugar de competir con la buena literatura del mundo entero".

Nuestro autor es un gran observador de la política nacional e internacional. Y tiene un fino sentido del humor, así recoge esta frase de Carlos Franqui: "En Cuba, la perestroika es la 'espera estoica'". Admirador de Adolfo Suárez, sigue compartiendo su propuesta de elevar a categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal. Y de "sentar las bases de un entendimiento duradero bajo el imperio de la ley". Para ello hay que dejar de alimentar 'odios inmortales'. Se pregunta: "¿Es posible que nos vayamos haciendo más indulgentes y a la vez más intolerantes?". En otra ocasión se fijará en un joven altruista que es a la vez sentimental e insensible.

No le duelen prendas en declarar ser un personaje secundario y un escritor menor. Bastaría esta expresión para leerlo a fondo con esperanza. Les puedo decir que no les decepcionará y que, con atención, su capacidad de percibir la realidad mejorará. Comparto su admiración por C. S. Lewis y por su libro 'Una pena en observación', una lectura, nos dice, que trastoca el paisaje de la conciencia.