Pensamiento

Un 1714 oculto

12 diciembre, 2014 08:26

En El compromiso del creador (Galaxia Gutenberg), último libro del ensayista y profesor de Filosofía Política de la Universidad de Barcelona Félix Ovejero, se aborda el crédito de los intelectuales según su pretensión de verdad. Reproduzco este interesante párrafo sobre un suceso simple y concreto: “Bernard-Henry Lévy puede citar a un escritor inexistente y a los pocos días, cuando es descubierto, publicar un artículo de tono jocoso y tarifar a cuenta de ello. Su reputación como moralista público sigue intacta por un proceder que en una comunidad científica normal supondría enfilar el camino al ostracismo”. Hay que saber que adaptarse a la frivolidad y ver la mentira como algo ‘perdonable’ o una inocente ‘exageración’ trae malas consecuencias sociales. No enterarnos y no querernos enterar de lo que se orquesta a nuestro alrededor, abre el camino de la infamia y el totalitarismo: la invasora mentira organizada.

No enterarnos y no querernos enterar de lo que se orquesta a nuestro alrededor, abre el camino de la infamia y el totalitarismo: la invasora mentira organizada

Este año que concluye ha supuesto una auténtica tromba de propaganda en nuestra comunidad catalana. Yo no voy a entrar a contradecir ni a servir de caja de resonancia de las cápsulas de error histórico que llevamos tragadas, siquiera pasivamente. Recurro al historiador Ricardo García Cárcel, en su aportación al libro 1714. Cataluña en la España del siglo XVIII (Ed. Cátedra), editado hace dos meses por el profesor Antonio Morales. García Cárcel, persona amable, docta y veraz, recuerda cosas que no sabemos y que quedan ocultas: la guerra de Sucesión fue pionera respecto de las que se produjeron en el siglo XVIII (entre ellas, la de Polonia, 1733-1738 y la de Austria, 1740-1748) y “fue la primera guerra mundial y la primera guerra civil que afectó a todos los españoles”.

Los bandos litigantes, el austracismo y el borbonismo, eran a su vez plurales. La Cataluña borbónica no fue tan minoritaria como la historiografía nacionalista ha defendido: “Cervera, Berga, Manlleu, Ripoll, Centelles fueron siempre borbónicas, y las fluctuaciones de las grandes ciudades catalanas fueron constantes a lo largo de la guerra. Sólo Barcelona fue siempre austracista. El austracismo castellano tampoco podemos minimizarlo. Granada, Murcia, Santander y La Coruña tuvieron importantes focos austracistas. De la Barcelona borbónica de 1705 tomada por los austracistas salieron nueve mil borbónicos”.

Las principales batallas de aquella guerra se libraron fuera de España. Francia llegó a movilizar a novecientos mil hombres. Y vale subrayar que el sitio de Barcelona generó 21.000 muertos, dos de cada tres de los cuales fueron borbónicos asaltantes. Unas Cortes sin rey (una Junta de brazos, con los tres estamentos: nobiliario, real y eclesiástico) optaron por la resistencia final de Barcelona; por 78 votos contra 45 y con muy escasa presencia de representantes. Es curioso saber que localidades como Vic, Berga, Mataró, Torredembarra o Tarragona se inclinaron por la sumisión. Y por la resistencia estuvieron poblaciones como Sabadell, Valls, Solsona o Manresa. En aquella decisiva Junta faltó la presencia de ciudades como Gerona, Lérida, Figueres, Cervera o Balaguer.

La Cataluña borbónica no fue tan minoritaria como la historiografía nacionalista ha defendido

Por último, destacaré otros datos que extraigo del excelente ensayo de Ricardo García Cárcel, acerca de algunas propuestas de repartición de la monarquía española. Hubo previas a la guerra y otras al desencadenarse la contienda. Destacaré de entre estas últimas, la que en 1709 acordaron el duque de Orleans, francés, y el conde de Stanhope, británico: la vuelta a Francia de Felipe V, compensado con Sicilia. Inglaterra se quedaría con Navarra, Lérida y Tortosa. El duque de Orleans, sobrino del Rey Sol, recibiría Valencia, Murcia y Cartagena. Francia se quedaría con buena parte de Cataluña, y el archiduque Carlos con el resto de España. En los preliminares del Tratado de Utrecht, el trono español era, en cambio, para Felipe V. Inglaterra se quedaría con Cádiz, Gibraltar, Menorca, Cartagena de Indias y Panamá. A Francia se le asignaba Italia como botín. Para qué seguir, ustedes mismos. ¿España contra Cataluña?