El pasado 25 de enero, TV3 abría el Telenotícies con un “balance” de la gestión de Salvador Illa al frente del Ministerio de Sanidad. En un video wall, y bajo el rótulo La situación en que Illa deja la sanidad, podía verse el rostro del candidato socialista junto a una representación del virus. Al mismo tiempo que se sobreimprimían las cifras de contagios, de ingresos en UCI y de muertos a la imagen de Illa hermanado con el Covid, la presentadora, Raquel Sans, hablaba del “descontrol de la pandemia”. La pieza acababa con unas declaraciones de la consellera de Salud, Alba Vergés, en las que (¡sorpresa!) pedía explicaciones a Illa por todo lo anterior.

Se pasaba por alto que la gestión de la pandemia, y por ende de los contagios y las personas fallecidas, son responsabilidad en Cataluña de la propia Vergés, porque desde hace décadas las comunidades autónomas tienen las competencias transferidas. Se pasaba también por alto que en todos estos meses TV3 ha sido incapaz de hacer un balance crítico de la gestión de la pandemia por parte del Govern o pedir cuentas sobre cómo han afectado los recortes de la última década en la gestión de la crisis sanitaria.

Desde hace tiempo nuestra televisión pública ha atravesado muchas líneas rojas y esta campaña electoral no es una excepción. La irrupción de Salvador Illa ha sido recibida con virulencia por los rostros más conocidos de la cadena que no se han cortado en criticar al candidato socialista, a pesar de que el Libro de Estilo de la CCMA prohíbe expresamente a las y los profesionales de la casa asumir posicionamientos públicos que puedan comprometer la imparcialidad de la cadena. Esto no ha sido un impedimento para escuchar como Toni Soler y Pilar Rahola utilizaban su tribuna desde la televisión pública para intentar vincular a Illa sin ningún fundamento a la ultraderecha de Vox.

¿Qué pasaría si un informativo de la BBC responsabilizara a un político de todas las consecuencias de una pandemia?¿Alguien se imagina que en vez de Salvador Illa, TV3 hubiera vinculado el rostro de Quim Torra o de Alba Vergés a la imagen del virus y a las cifras de muertos?¿No habría pasado nada?¿Seguiría en antena un tertuliano que llamara “rey de las babosas” a un político como hizo hace unos días Antonio Baños con Miquel Iceta?

Cataluña necesita un cambio por muchas razones y una de ellas es recuperar una televisión pública al servicio de toda la ciudadanía. Una televisión que en un momento de emergencia sanitaria informe con rigor en vez de caer en el sensacionalismo, alimentando primero el relato de que votar el 14F nos mataría, para pasar luego a uno que habla de una supuesta insurrección de personas que se negarán a formar parte de las mesas haciendo naufragar el proceso electoral.

Una radiotelevisión pública que en un momento de crisis económica y social sin precedentes centre la información de campaña en cómo abordarán las distintas fuerzas políticas la reconstrucción y no en si harán efectivo el mandato del 1 de octubre. Una televisión pública en la que sus profesionales no salgan en bloque a quejarse porque la Junta Electoral les pide algo tan evidente como no utilizar los términos presos políticos y exilio para las personas procesadas por el 1-O porque estas palabras significan cosas muy diferentes para los distintos sectores de la sociedad catalana, porque adoptar un vocabulario de parte no hace más que posicionar a nuestros medios públicos con una determinada opción política alejándolos de la necesaria neutralidad e imparcialidad que se espera de ellos.

El primer día de campaña, el programa Els Matins dedicaba una videoviñeta a Salvador Illa en la que aparecía reconvertido en un superhéroe que volaba hacia Cataluña para salvarla del virus y de la crisis pero acababa estrellándose en un mástil donde flameaba una estelada. En lo alto, un pájaro lo celebraba cantando Cataluña libre hacia la autodeterminación. ¿Cuál es la misión de servicio público que explica algo así?¿Dónde está la neutralidad informativa?¿Alguien lo puede responder?