Desde el inicio del estado de alarma, el presidente Torra se ha desgañitado pidiendo las competencias que le fueron rebatadas el 13 de marzo. Se dijo entonces, se acuerdan, que el decreto de alarma era la aplicación del 155 de forma encubierta. Desde ese día, el presidente catalán argumentó, continuamente, lo contrario que planteaba el ejecutivo español, al tiempo que remachaba la recuperación de transferencias y se deslizaba un argumento de grueso calibre “en un estado independiente, en una República, las cosas se hubieran hecho de otra manera y hubiera habido menos muertos”.

Poco importaba que el caos de las residencias catalanas fuera competencia de la Generalitat y que sobre la sanidad catalana, el Govern tiene responsabilidad desde hace décadas. Hace unos días, el decreto de estado de alarma ha sido sustituido por el de nueva normalidad, y las competencias han vuelto. Visto los primeros compases, ¡virgencita, virgencita, que me quede como estoy!

Ahora, la Generalitat es la responsable. Tiene las competencias, aunque ni ERC ni JxCAT votaron a favor del decreto que permitió el retorno, y el apoyo del Gobierno de España. Ahora debe actuar, y hasta la fecha la gestión no es para nota. Ya en el mes de junio, el president Torra reconocía la crisis de los temporeros. “No lo hemos hecho bien”, dijo entonces. Desde hace ya un mes la situación se ha agravado. Las condiciones de trabajo y estancia son a juicio de expertos independientes “insalubres”, y no se respetan las mínimas normas sanitarias y el hacinamiento de los temporeros no se ha subsanado. El rebrote ha empeorado la situación y ha puesto negro sobre blanco la existencia de “una crisis social”. El Govern ni está ni se le espera.

Torra en el pleno del Parlament de la pasada semana sacó pecho de su gestión y verbalizó todo su argumentario: competencias, autoritarismo, competencias y recursos. Poco más. Apenas 48 horas más tarde, el Govern descartó confinar. Al día siguiente, 4 de julio, confinó el Segrià ante el agravamiento de la situación y la consellera Vergés insinuó que podría alargarse el confinamiento más allá de las dos semanas. Con la medida del confinamiento por sopresa, en los ayuntamientos saltó la alarma. El alcalde de Lleida puso voz al malestar y alertó de que el confinamiento es un paso atrás, otro más, en la reactivación económica. Llueve sobre mojado.

Además, el alcalde estaba quejoso. Le había informado el vicepresidente Aragonés del confinamiento, no el presidente, aunque luego Torra subsanó el desaguisado. Lunes día 6, Torra no descarta confinar más comarcas. Cercar perimetralmente comarcas, no áreas sanitarias, aquella exigencia de Torra cuando el gobierno dividió las áreas por provincias, aquella arcaica división, nos decían. Pues ahora, Torra y los suyos no se aplican el cuento, algo así como consejos doy, pero para mí no tengo. La crisis del Segrià, como ante la Conca d’Òdena, han descubierto que aquí en Cataluña no rezan las áreas sanitarias, rezan las comarcas, otra división territorial. Esta no debe tener connotaciones opresoras.

Se nos dice que todo está controlado, aunque también aumentan los casos en el área de Barcelona, ciertamente que con menos actividad que en el Segrià. Nos dicen que tranquilidad, pero se ha montado un hospital de campaña. En esto, la consejera Vergés acierta, más vale pecar por exceso que por defecto, aunque su comunicación adolece de falta de información, confusión en los datos y, a todas luces, una cierta improvisación. Todavía la situación está controlada, nos dicen, pero en los primeros pasos de la “gestión catalana de la pandemia” no son para tirar cohetes. Como que no promete nada bueno que “me quede como estoy”, que la cosa no vaya a mayores porque la gestión hasta ahora transmite muchas cosas, pero no seguridad.

La cosa aumenta el riesgo cuando el president Torra coge la batuta para desarrollar su propia agenda. Ayer estuvo callado. No le interesaba la crisis de Lleida, prefirió presentar el programa de Camins del Català en Montserrat. Todo es cuestión de prioriades. Pero, volverá. La gran incógnita es, si algo falla, ¿a quién culpará Torra? Lo cierto es que usando el símil de Xavier Vidal-Folch en un artículo publicado en El País Torra no podrá justificar su incompetencia cuando tiene la competencia. De momento, no culpa a nadie de los errores, pero en su propio examen suspende, y pone de los nervios cuando pide “sanitarios voluntarios” ante el crecimiento de la pandemia. ¿No lo tenían todo controlado?