Pensamiento

"Todos en la prisión son cristianos"

19 noviembre, 2013 09:59

Si años atrás el mundo político español hubiera hecho lo que tenía que hacer, habría carecido de sentido aplicar la doctrina Parot y ésta tampoco habría sido revocada sin contemplaciones por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Si a unas personas repugnantes, criminales impenitentes, se les hubieran retirado las redenciones sistemáticas de sus penas, todavía seguirían en la cárcel cumpliendo la sentencia que se les dio. Pero eso no debe hacernos olvidar algo capital: el mundo de las cárceles está compuesto, en su mayor parte, por pobres de solemnidad, en un estado de enorme indefensión y a quienes la prisión refuerza su condición de marginalidad. Hay que saber que, hoy día, un 11% de nuestra población reclusa es analfabeto y casi un 60% no ha acabado los estudios primarios.

Hace muy poco ha salido el libro Penas y personas (Debate), cuya autora dirigió el sistema penitenciario español entre 2004 y 2011. Se trata de la socialista aragonesa Mercedes Gallizo. En esos casi ocho años, recibió miles de cartas de presos y familiares de las que da cuenta en este libro que hay que tener presente. Mercedes cita a una enigmática reformista del siglo XIX, la gallega Concepción Arenal (1820-1893), que atendió personalmente a los más desheredados de su entorno y visitó las cárceles y a sus inquilinos. Reproduce este párrafo que todavía resuena con implacable fuerza, para vergüenza nuestra:

"[Es] una cantidad insignificante la que roban los ladrones que están en presidio, comparada con lo robado por los que disfrutan en libertad el fruto de sus rapiñas, legales unas veces, ilegales otras, y que siempre son en el fondo el robo, que consiste en apoderarse de lo ajeno contra la recta voluntad de su dueño. Entre los que roban legalmente, o sustrayéndose a la acción de la ley, los hay mucho peores que los condenados por ella, no sólo por la cantidad, sino por las circunstancias del robo y sus consecuencias".

Afirmaba que "de la prisión ninguno sale como entra: el que no se mejora, se hace peor". Algo sigue fallando en las cárceles

Al poco de morir Concepción Arenal, se publicaron sus obras completas en 23 volúmenes. Sólo he leído uno de ellos, es Cartas a los delincuentes, publicado en 1865. Este libro está cargado de auténtica humanidad: hay empatía pero no paternalismo en sus apostillas al código penal. Como no puede ser de otro modo, hay aspectos en los que se nota el paso del tiempo, un siglo y medio. Pero no en todos. Veámoslo.

Tenía claro que "los criminales son personas y no son cosas". Así, "todos son en el mundo pecadores; todos en la prisión son cristianos"; esto es, quien se levanta no es menos grande que el que no ha caído aún, y a todos se les debe una consideración cristiana. Concepción se volcaba en transmitir a los reos su desinterés por estar a su lado y ayudarlos. Se dirigía a ellos como: "Hermanos míos", animándolos a mirar cara a cara el daño que habían hecho y hacerse con el hábito de la reflexión. Afirmaba que "de la prisión ninguno sale como entra: el que no se mejora, se hace peor". Algo sigue fallando en las cárceles, donde se hacinan individuos que, en medio de la indiferencia general, corren grave riesgo de malearse del todo.

Decía Concepción Arenal que la ilustración y la virtud son "las armas de que no puede defenderse la tiranía", y animaba a trabajarlas. Concluiré con dos párrafos curiosos. Juzguen ustedes. "¡Desgraciada la sociedad donde las penas impuestas al violador parezcan graves, donde sea necesario imponerlas con frecuencia, o donde, siendo merecidas, no se impongan!". Y esta otra frase: "Avergonzaos de la tontería de ir a preguntar a una baraja cuál ha de ser vuestra suerte".

Por cierto, que en el artículo 495 del Código Penal de la época se podía leer esto: "El que con objeto de lucro interpretase sueños, hiciere pronósticos o adivinaciones, o abusare de la credulidad, de otra manera semejante, incurrirá en la multa de ½ a 4 duros". ¿Qué habría que hacer hoy con los programas de tarot en televisión?