Telepizza, campeona hispana de las pizzas, con sede en la capital del Reino, es noticia por partida doble. De un lado, ha suscrito con Pizza Hut, gigante estadounidense del mismo sector, un magno acuerdo que catapulta las actividades de Telepizza hasta cotas inconcebibles hace pocos meses.

De otro, se suma a la moda de retribuir a sus máximos jerarcas con planes de incentivos, ligados en este caso a la evolución del título en bolsa. Así, si los accionistas obtienen plusvalías, los principales ejecutivos se embolsarán una suculenta bicoca. En caso contrario, se quedarán a dos velas.

Vayamos por partes. Telepizza ha rubricado con Pizza Hut un pacto por el que la compañía española deviene franquiciadora de Hut en España, Andorra, Portugal, Suiza, Iberoamérica y el Caribe.

A partir de ahora, todos los establecimientos de Hut en esos países y territorios pasan a ser gestionados por Telepizza.

Ello significa que, de golpe y porrazo, la empresa madrileña amplía su presencia a 37 países. Tanto su red como su giro se doblan, hasta los 2.500 restaurantes y los 1.100 millones de euros respectivamente. Se trata de un salto espectacular.

El acuerdo es de muy altos vuelos. En virtud de sus cláusulas, cada cadena crecerá de forma independiente en aquellas demarcaciones donde disfruta de mayor fortaleza.

Pizza Hut es líder absoluto a escala global, con la impresionante suma de 17.000 locales abiertos. Además, crece a una velocidad vertiginosa. Levanta la persiana de un centro de venta nuevo cada 18 horas.

Por su parte, Telepizza mantiene sólidas posiciones en la península Ibérica y algunos países americanos. Ambas corporaciones son, pues, complementarias. El acuerdo semeja muy provechoso para todo el mundo... menos para Marcos de Quinto. Este personaje arribó a Telepizza, en calidad de consejero independiente, hace apenas seis meses. Ya ha dejado abruptamente de serlo.

El caballero de marras semeja pagado de sí mismo como pocos. Brilló con luz propia en Coca-Cola Company, de la que llegó a ser jefe supremo de marketing, es decir, “número tres” mundial del coloso de Atlanta. Su remuneración superaba los 7 millones de euros anuales.

Cesó hace ahora poco más de un año, el 1 de mayo de 2017. Como recompensa percibió 4,6 millones de su fondo de pensiones y, además, un bono de no competencia. Este último entrañaba una jugosa prima adicional, a cambio del compromiso de no fichar por ninguna otra firma del ramo durante un periodo prudencial.

Mas ocurre que Pizza Hut vende en sus tiendas Pepsi, la gran contrincante de Coca-Cola. A las 24 horas de anunciarse la entente Hut-Telepizza, De Quinto presentaba la dimisión de esta última “por motivos personales”.

Lo cierto es que tales razones no son tanto de orden personal cuanto obscenamente crematísticas. En efecto, si continuaba tan campante en el órgano de gobierno de Telepizza, se exponía a perder el momio devengado en forma de bonus. Y con las cosas de comer no se juega. Poderoso caballero es don dinero…

El otro hecho que cito al comienzo se refiere al plan de incentivos de Telepizza. Se someterá a la aprobación de la próxima junta general. Propone gratificar a los líderes, incluido el presidente Pablo Juantegui, con acciones de la propia casa.

A diferencia de otras sociedades cotizadas, en particular las energéticas y las bancarias, el plan se vincula férreamente al cambio en bolsa. Si éste sube, los directivos cobran, mediante la recepción de títulos de Telepizza. Si por el contrario, su marcha renquea, se quedan sin ellos.

La medida es ciertamente positiva. Hasta la fecha, menudeaban los planes de entrega de acciones basados en sesudos cálculos con muchas variables, sujetas al progreso de la propia entidad y de sus rivales. Pero al final de la película, los capitostes acababan llevándose un dineral al zurrón, incluso si la cotización se hubiera derrumbado.

En este punto los responsables de Telepizza han dado un paso al frente en la dirección correcta. Obtendrán premio cuando el cambio se fortalezca y el cuerpo accionarial salga beneficiado. En caso contrario, no verán un céntimo. Es de reclamar que cunda ese buen ejemplo. Y que lo sigan, en particular, otros gerifaltes del Ibex dominados por una codicia insultante.