Un dicho algo chusco de otros tiempos decía que no es lo mismo "tejidos y novedades" que "te jo... y no ves nada". En Cataluña viene a ser como no entender nada y saber que eso va a acabar mal pero que la vida sigue. Como Puigdemont, Marta Rovira representa un giro tectónico equiparable a la caída del muro de Berlín. Implantemos el caos en Cataluña y vayamos a vivir al extranjero. Pero, más que la desintegración del independentismo, lo que tiene importancia es que la sociedad catalana sigue con su día a día, como ocurrió en la jornada posterior al 11 de setiembre de 1714. Han marchado empresas, la administración pública está más que paralizada y Ada Colau va consiguiendo colapsar Barcelona.

¿En qué principio se basa el hecho de que tanta política desastrosa no nos haga confundir por completo el "tejidos y novedades" con "te jo... y no ves nada"? Es muy pronto para saber, más allá del perjuicio económico aliviado en parte por las alegrías de la economía mundial, qué poso político van a dejar personalidades tan rancias como Puigdemont o Marta Rovira. ¿Quién va a pagar su exilio?

Implantemos el caos en Cataluña y vayamos a vivir al extranjero

En el exilio, incluso los ángeles pierden las alas. En Cataluña, la sociedad seguirá con sus tejidos y novedades, desconectando --incluso en exceso-- de la catástrofe institucional. Quién sabe qué gobierno autonómico factible sería capaz de rectificar el rumbo de la secesión. Se especula con la voluntad de normalización política de ERC pero a estas alturas, después de tantos choques entre sí y con el 155 como tope del Estado a otros choques, todo es fatídicamente imprevisible. Las fuerzas antitéticas del secesionismo van quemado su ya de por sí menguado capital humano y será difícil ejercer la imaginación política con los nuevos personajes.

El cambio de rumbo que pudiera haber anunciado Artur Mas en la noche de su pérdida vertiginosa de escaños ya es del todo impracticable, salvo si se configurase por milagro un liderato creíble. Un milagro en Barcelona. En el mejor de los casos, las circunstancias desembocarán en la desafortunada contraposición entre las dinámicas de la sociedad y la naturaleza regresiva --y retrógrada-- del poder institucional nacionalista. El espectáculo denigrante de una clase política repartiéndose los informativos de TV3 y Catalunya Ràdio es un ejemplo abrumador del "te jo... y no ves nada". La dilapidación de TV3 puede acabar con su despiece tras un trance agónico. Pero Marta Rovira estará en Suiza mirando la televisión quién sabe en qué lengua.