La demencial estrategia de los tres aliados indepes --exconvergentes (en sus dos ramas: PDeCAT y Junts per Catalunya), ERC y CUP-- es una alianza suicida antinatural que está condenando a los miembros del anterior Govern de Puigdemont a continuar en prisión sine die. Carles tensa la cuerda a través de su marioneta cuando dice que el día 9 sólo hablará de tres cosas: referendo, presos y, la tercera, alucinante, franquismo...

Mientras no haya sentencia no habrá indulto, que tampoco lo habrá, porque la estrategia de Pedro Sánchez es sumar votos. Si les indultara antes de las elecciones generales de 2020, restaría votos, porque sólo los indepes quieren el indulto a la larga condena que les espera.

Mediapro, de Jaume Roures --el Rupert Murdoch catalán--, con sus reportajes pacifistas de los hechos del 20-S, ha convertido a los Jordis encarcelados desde octubre en dos Gandhis, líderes de la filosofía oriental de la no violencia, con la ayuda de TV3 a la causa de la estelada. Quien paga manda.

Este domingo las bases indepes han dictado implícitamente condena, pese a los lazos amarillos que llevan a la solapa, de todos los presos en prisión preventiva que vivirán más cerca de casa pero continuarán enjaulados viendo como pasan lentos los días. Las basen lo saben, pero es fruto de la rivalidad que se tienen entre sí por ese discurso autodestructivo de no renunciar a la unilateralidad.

Durante la II República, el Govern de la Generalitat, que no se pudo fugar, fue encerrado en un barco prisión fondeado en el puerto de Barcelona --antes del juicio sumarísimo a Lluís Companys y tras la condena de veinte años por los mismos motivos que ahora--. Fueron traslados a la prisión del Puerto de Santa María, Cádiz.

En 1934 no había AVE ni puente aéreo sino que los letrados y familiares necesitaban dos días de ida, y otros de vuelta, sin vis a vis.

En esta disputa edulcorada, con navajas versallescas, entre los exnacionalistas y ERC por el mismo electorado (además de la CUP), los perjudicados reales son los que están en la trena. La cúpula lo sabe pero es la propia militancia indepe la que aprieta el gaznate con sus lazos amarillos. Es una guerra de machos alfa.

Los que están en la sombra no necesitan enemigos, con los amigos van sobrados y colgados en el árbol amarillo. El color amarillo da mala suerte para la gente de la farándula. ¡Mucha mierda para los presos!