Pensamiento

Sólo un sueño oscuro

22 abril, 2014 10:17

El gran poeta y dramaturgo Salvador Espriu, apartado por el pujolismo del oficialista mapa cultural catalán por no querer someterse a unas ideas en las que no creía (a pesar de que ahora algunos nos quieran hacer pensar lo contrario), tuvo un bello sueño cuando aún se vivía en dictadura, un sueño para toda Sepharad (España en su obra poética), un sueño que, por desgracia, hoy todavía sigue vivo, como el rescoldo bajo la ceniza:

"Hemos amado la tierra
y nuestro sueño de la nueva casa
levantada en el solar de la libertad."

En Cataluña el totalitarismo independentista constantemente se ha preocupado de silenciar, llevado por feroces vientos de odio colectivo

Dos hechos acaecidos en Cataluña en las últimas semanas nos han hecho estremecer con alaridos de espanto a todos aquellos que creemos en el Estado democrático y de derecho, en definitiva en el constitucionalismo. Estos hechos han provocado que el viejo sueño de Salvador Espriu -sueño por el que tantos lucharon en tiempos muy difíciles- quede dañado por la locura de unos pocos que dicen hablar en nombre de muchos, una actitud política común -históricamente hablando- a todos los movimientos totalitarios que nacieron el pasado siglo XX.

Sin embargo, la denuncia de los totalitarismos de cualquier tipo no es nueva; está bien extendida y es antigua. Un claro ejemplo lo encontramos en el premio Nobel de literatura Aleksandr Isáyevich Solzhenitsyn (1918-2008), que permaneció ocho años en régimen de trabajos forzados en los gulags por sus denuncias del sistema. En Un día en la vida de Ivan Denisovitx (1962) Solzhenitsyn denunciaba las privaciones que sufrían los prisioneros de los gulags; pero hasta 1974 no escribió su obra capital, Archipiélago Gulag, recogiendo testimonios anónimos y reales de 227 supervivientes de los ominosos campos de trabajo soviéticos que mezcló con hechos autobiográficos. Las heladas llanuras del Archipiélago Gulag descubrieron al mundo que todos aquellos temores hipotéticos que provocan los totalitarismos de cualquier tipo eran mucho peores de lo que cualquiera se hubiera podido imaginar. Lo que era tan sólo una vaga hipótesis, de repente se convirtió en una aterradora crónica. Jean-Paul Sartre ya había advertido al mundo con anterioridad que el estalinismo era incompatible con el oficio honrado de escritor y que, sin darse cuenta, las mentes más privilegiadas del mundo cultural habían estado de parte del infierno. La firmeza moral y la integridad fueron, para Sartre, un eje irrenunciable de sus escritos.

En su pieza teatral Las moscas (1943), Sartre nos presenta una Electra que es todo un paradigma de integridad moral, que rechaza negociar sus principios, que elige vivir una existencia auténtica que se proyecta en la búsqueda de un humanismo ateo que ella misma representa: Electra se niega a pactar con la corrupción y trata de conquistar su deseo de justicia, libertad y felicidad, aunque esto la enfrente con el absurdo. La voz de Electra, la voz de Sartre, la voz de Solzhenitsyn y muchas otras, son paradigmas de ese deseo de libertad y justicia que debería existir y compartirse socialmente pero que, desgraciadamente, en Cataluña el totalitarismo independentista constantemente se ha preocupado de silenciar, llevado por feroces vientos de odio colectivo. Nuestra cultura tiene la obligación ética irrenunciable de seguir el espíritu socrático, de ser la mosca que consigue provocar al caballo, mosca con la que Sócrates se identificaba porque estimulaba a los hombres a razonar; lo que no es aceptable ética ni socialmente es que nuestra cultura trate de convertir a los artistas en funcionarios de boca cerrada y cartera llena, arquetipos de perros falderos que Pier Paolo Pasolini llamó muy acertadamente "bufones de su señor".

Que no se crea la "ministra" Forcadell que podrá tener suficientes habitaciones 101 como para recluir todo el pensamiento libre y crítico que tratan, un día tras otro, de silenciar con su propaganda repleta de odio y enfrentamiento

El primero de los hechos que he citado se refiere a la hoja de ruta de la Assemblea Nacional Catalana, que anunciaba un golpe de Estado programado a un año vista, lo cual es completamente insólito en la Historia. No sólo lo anunciaba, sino que a continuación 20.000 personas -según los organizadores- lo aprobaban reunidos en el Tarraco Arena envueltos en una estética que nos traía un triste hedor al Campo Zeppelin de Nuremberg. Sin embargo, esto, en nuestro país, no es nada nuevo. La señora Forcadell, orwelliana Ministra de la Verdad del excluyente régimen nacionalista catalán, no parece tener de por sí la suficiente capacidad intelectual como para redactar una hoja de ruta hacia el odio y desde el resentimiento sin recurrir a copiar algún texto preexistente, como por ejemplo, la hoja de ruta golpista de Largo Caballero de 1934, de título Instrucciones socialistas para iniciar la Sublevación armada contra la República que se organizaba en 73 puntos -incluía tomar el control de radios, ciudades, carreteras, etc.- y ya saben todos ustedes a lo que nos condujo ese apocalíptico desenfreno. El punto 35 decía textualmente: "Además de instruirse convenientemente para el momento de la acción, se encargarán de facilitar a la Junta local los nombres y domicilios de las personas que más se han significado como enemigos de nuestra causa, o que puedan ser más temibles como elemento contrarrevolucionario. Estas personas deben ser tomadas en rehenes al producirse el movimiento, o suprimidas si se resisten". Ya se pueden imaginar el resto. Toda una "lección" de democracia, ¡ahí es nada! Pero que no se crea la "ministra" Forcadell que podrá tener suficientes habitaciones 101 como para recluir todo el pensamiento libre y crítico que tratan, un día tras otro, de silenciar con su propaganda repleta de odio y enfrentamiento a través del secuestro democrático de los medios de comunicación para ponerlos al servicio ideológico de unos pocos. Y es que pensando en la señora Forcadell, la mente me hace recordar aquellos profundos versos de Espriu, que le aconsejaría leer y con los cuales quizás se sentiría identificada:"Mira que pasas sin sabiduría por el viejo camino concurrido, tan sólo una vez".

El segundo de los hechos es que recientemente llegó al conocimiento público la creación de Nova Terra Lliure y su rápida y posterior autodisolución (pero ya se sabe que estas cosas nunca se acaban de saber con certeza), entidad filoterrorista y filofascista que hacía un llamamiento a "salir a cazar españolitos", un tipo de organización que no necesitamos y que abiertamente debemos rechazar. La Historia ya nos ha dado suficientes ejemplos de que el terror y la violencia nunca traen más que miedo, muerte, odio y enfrentamientos. No sólo podemos citar como ejemplos execrables de ello la Revolución Rusa, la Revolución Francesa o la Guerra Civil Española, también podemos remontarnos mucho más atrás y recordar las matanzas del mundo antiguo por motivos religiosos e identitarios. En la Biblia encontramos, entre otros, un pasaje referido a la guerra entre efraimitas y galaaditas: "Reunió Jefté a todas las gentes de Galaad, librando batalla contra Efraím, en la que los de Galaad derrotaron a Efraím, que decían de ellos: 'Vosotros los de Galaad no sois más que tránsfugas de Efraím, en medio Efraím, en medio de Manasés'. Y los galaaditas se apoderaron de los vados del Jordán, enfrente de Efraím; y cuando llegaba alguno de los fugitivos de Efraím, diciendo: ‘Dejadme pasar’ le preguntaban: ‘¿Eres efraimita?’ Respondía: ‘No’. Entonces le decían: ‘A ver, di Shibbolet’. Y él decía, ‘sibbolet’; pues no podía pronunciar así. Entonces los de Galaad le apresaban y le degollaban junto a los vados del Jordán. Cayeron en aquella circunstancia cuarenta y dos mil hombres de Efraím (Jueces 12:4-6)".

Los horrores de estos procesos selectivos en manos de unos pocos, en Europa ciertamente no es que nos queden demasiado lejos, sólo hay que girar la cabeza y mirar hacia atrás y muy cerca de nosotros. El pastor protestante Martin Niemoeller (1892-1984) pasó de apoyar desde sus inicios la política anticomunista , antisemita y nacionalista de Adolf Hitler a reaccionar en su contra en 1933 cuando Hitler, con el desarrollo del Gleichschaltung (la política totalitaria de homogeneización), impuso sobre las iglesias protestantes el Arierparagraph (el párrafo ario) que excluía de la iglesia a aquellos creyentes con antepasados judíos. Niemoeller escribió el siguiente poema, que erróneamente se atribuye a Bertolt Brecht:

"Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
callé, porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
callé, porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté, porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté, porque yo no era judío.
Cuando vinieron a buscarme a mí,
ya no había nadie más que pudiera protestar".

Aún estamos a tiempo, todos juntos, por lo que hay que recordarle a la malintencionada y totalitaria alucinación colectiva en que se ha convertido el reaccionario independentismo catalán que abandonen su ominosa hoja de ruta

El problema más grave de todos estos actos faltos de sensatez, en palabras de Václav Havel, es que: "Sólo hay una manera de luchar por la decencia, la razón, la responsabilidad, la sinceridad, la civilidad y la tolerancia, y ésta es decentemente, razonablemente, responsablemente, sinceramente y cívicamente y con tolerancia". Aún estamos a tiempo, todos juntos, nunca es tarde para hacerlo así, por lo que hay que recordarle a la malintencionada y totalitaria alucinación colectiva en que se ha convertido el reaccionario independentismo catalán, personificado bicéfalamente en la señora Forcadell y en el señor Mas, el Muy Honorable Presidente de la Generalidad (aunque sólo Presidente de una parte de los catalanes por elección propia), que abandonen su ominosa hoja de ruta y trabajen por el entendimiento y para la sociedad, desde el respeto, desde la integración, desde la comprensión, desde el buen juicio y desde el servicio público y los intereses generales de toda la sociedad y no de los suyos particulares, por el bien de todos los catalanes sean cuales sean su pensamiento e ideología. Vale la pena hacer aquí la observación de que la señora Forcadell -al igual que el señor Mas- no es más que un mísero títere del oculto señor Junqueras, que negramente agazapado en los márgenes del incierto camino soberanista, acecha esperando inteligentemente su momento.

Previamente a la invasión rusa de Checoslovaquia en 1968, Havel escribió una carta de rechazo a Alexander Dubcek, el secretario del Partido Comunista, que justificaba la inminente invasión, advirtiéndole: "Aunque un acto puramente moral no aparente tener siquiera un efecto político inmediato y visible, gradual e indirectamente, con el paso del tiempo, tendrá significancia política". Y si los señores Junqueras, Mas y Forcadell no rectifican, no se dan cuenta de las consecuencias ruinosas de sus actos y de sus métodos, que sólo han hecho brotar semillas de odio colectivo (la fugaz reaparición de la "franquicia" Terra Lliure es un claro ejemplo) tanto ellos como su sesgada alucinación se convertirán pronto, recurriendo de nuevo a los versos de Espriu, en sólo un sueño oscuro.

"Y me pierdo y me quedo, sin mensaje, solo,
más allá del canto, en medio de los olvidados
caídos con miedo, sólo un sueño oscuro
de quien salió de los palacios de la luz".