Tras los resultados electorales de este domingo en Andalucía surgen algunas preguntas todavía sin respuesta cierta. ¿De dónde vienen los votos de Vox? ¿Que ha llevado a cerca de 400.000 andaluces a votar a esta formación? ¿Cómo hacer frente a los nacionalismos y populismos?

Según el estudio de Sociométrica para El Español, de los cerca de 400.000 votos de Vox, 140.000 provienen del PP, 127.000 de la abstención, 40.000 de Ciudadanos, 29.000 de PSOE y 17.000 de Podemos e IU, 28.000 de otras formaciones políticas y 15.000 de nuevos votantes. Suficiente pluralidad para no simplificar el fenómeno y tratarlo con la seriedad que se merece.

Para PSOE y Podemos la culpa del crecimiento espectacular de Vox debe atribuirse a que PP y también Ciudadanos han blanqueado a la formación de Santiago Abascal adoptando un programa muy parecido al de la nueva formación, destacando, en sintonía con la versión del nacionalismo catalán, que la razón principal hay que buscarla en el renacimiento del nacionalismo español como reacción al secesionismo en Cataluña. No cabe duda que el fallido golpe de Estado de hace poco más de un año es un elemento a tener en cuenta, pero, sobre todo, más que por el hecho en sí, por la tardía y débil respuesta de PP y PSOE en septiembre y octubre de 2017 y la posterior alianza entre la izquierda española, el secesionismo catalán y el vasco para derribar a Mariano Rajoy y hacer presidente a Pedro Sánchez, el paseo de Sánchez por la Moncloa con un supremacista de extrema derecha como Torra y por la banalización de la actuación de los CDR equiparables a los fascistas por su desprecio a la libertad de los demás por mucho que se autodenominen antifascistas.

Pero esta cuestión, el renacimiento del nacionalismo español, no agota, ni mucho menos, la explicación del crecimiento de Vox. De ser así el fenómeno del crecimiento de la derecha más radical y populista no sería, como así es, común a casi todos los países occidentales. La especificidad española no es el nacimiento de Vox sino lo que ha tardado en tener peso electoral una formación de estas características si lo comparamos con Francia, Alemania, Italia, EEUU o Brasil por poner algunos ejemplos.

Sin duda el recuerdo del franquismo ha sido determinante, como lo ha sido el europeísmo de la sociedad española por el aislacionismo del régimen de Franco y los indudables beneficios económicos de la integración europea. Este dique de contención de la derecha más extrema se ha desbordado por la crisis del PP y por las políticas llevadas a cabo por la izquierda tras el acceso de Sánchez a la Presidencia del Gobierno español. La actitud de revivir la guerra civil, los errores en materia de inmigración, por ejemplo el caso Aquarius, que han agrandado la percepción de un problema en realidad marginal en España salvo en puntos muy concretos del país, la sensación de que se respetan más la cultura y las tradiciones ajenas que las propias, la promoción de una ideología de género que va mucho más allá de la necesaria denuncia de la violencia machista y la legítima reivindicación de igualdad entre sexos para una cuasi-criminalización del hombre heterosexual, las políticas iliberales en temas como las corridas de toros o la caza, entre otras temas políticamente correctos absolutamente dominantes en los medios, pero socialmente nada unánimes. Todo ello con el caldo de cultivo de una globalización que deja en situación de precariedad y miedo al futuro de muchas personas y colectivos. Por simplificar el populismo de la izquierda y ha provocado el éxito del populismo de derechas. Los casos de corrupción de PP y PSOE han ayudado y mucho.

Este es el panorama. Y, como he dicho, es un problema común, con sus especificidades locales, a la mayoría de países occidentales. Por tanto soluciones fáciles no existen. Desde luego lo primero debería ser hacer de la política una forma de resolver problemas, que se premie a quien los resuelve o evita en lugar de a quien los crea o profundiza en beneficio propio.

¿Pero más allá de píos deseos, como se actúa? El PSOE ha pedido una respuesta constitucionalista para el gobierno de Andalucía. Muchas voces piden aislar a Vox. El famoso cordón sanitario. De acuerdo. ¿Pero porqué sólo a Vox y no a los populistas iliberales de Podemos o a los secesionistas, no por su programa sino porqué han actuado al margen de las leyes y algunos de ellos tan o más supremacistas y xenófobos que Vox, además de blanqueadores del terrorismo e incitadores del acoso a los discrepantes?

La batalla política prioritaria hoy es entre demócratas y populistas y no sé si lo más conveniente es aislarlos o tratar de integrarlos. Lo que no vale es hacer llamamientos al pacto constitucionalista, a los cordones sanitarios, cuando conviene y no hacerlo cuando no interesa.

A todos los que nos gusta el crecimiento de posiciones ultras nos toca hacer un llamamiento a la responsabilidad, pero no sólo a PP y Ciudadanos. Los socialistas deben también aplicarse el cuento porque son los primeros que no han actuado en consecuencia con lo que ahora piden.