Estos días nos estamos matando con tecnologías smart, pero matarnos por la tierra, los recursos o la procesión a un líder es tan viejo como el mundo, nos matemos a pedradas o con drones o ejércitos de hackers.

Hoy en día hablamos de smartphones o en general de servicios y productos SMART. Smart en inglés significa inteligente y es también el acrónimo de una metodología para fijar objetivos que sean específicos (S), medibles (M), alcanzables (A), relevantes (R) y acotados en el tiempo (T) y es por eso que los dispositivos de los que tenemos datos para mejorar su eficiencia y funcionamiento, los consideramos inteligentes. Así, tenemos dispositivos con luces, sensores o aplicaciones que se encienden y se apagan cuando es necesario.

Hablamos de ciudades inteligentes, empresas 4.0 y ahora guerras cibernéticas o híbridas, es decir por tierra, cables submarinos de fibra y redes sociales. Una cosa que parece tan anacrónica como una guerra, ahora tiene otra dimensión, la digital, la tecnológica y por tanto global.

Nos peleamos por gasoductos, centrales nucleares, por un territorio, pero ahora con la novedad que el ejército digital se puede encontrar en otro lugar y actuar ya no en remoto sino teleatacando. Eso sí, las víctimas siguen allí.

La guerra híbrida se lucha físicamente con nuevas tecnologías como los drones, nuevas armas sensorizadas... pero la otra guerra es la cibernética que en realidad lo podría controlar prácticamente todo menos la voluntad humana.

Esta guerra se libra en formato digital con el control de los recursos y las comunicaciones. El viceprimer ministro de transformación digital de Ucrania no ha dejado de pedir tres cosas a las empresas tecnológicas del mundo. Primero, mantener la conectividad de Ucrania, como por ejemplo la llamada y respuesta a través de Twitter de Elon Musk proveyendo de su sistema Starlink de conexión a internet vía satélite y que se puede recargar gracias a un enchufe de mechero de coche.

Segundo, ayuda para bloquear física o digitalmente cualquier servicio o producto de empresas tecnológicas y componentes a Rusia (Amazon, Meta, Google, Figma, Maxmind, IBM, Paypal, UiPath, Apple, Netscout, Visa, Mastercard...), y por último, creando fondo en criptomonedas de ayuda a Ucrania con bitcoins, ethereum y otras criptomonedas a través de diferentes exchange que se han ofrecido voluntarios. En sentido económico, la Unión Europea ha desconectado Rusia de su sistema SWIFT para realizar operaciones bancarias pero ha dejado dos bancos con los que realiza los pagos de gas y petróleo.

Toda esta comunicación visible a través de las redes sociales en las que también se juega la guerra de la desinformación y ahora muchos ucranianos pasan a comunicarse a través de Signal para evitar el seguimiento de los rusos en telegram.

Putin y Rusia, lleva años creando un cuerpo especial de cibernautas para mantener su seguridad y a la vez poder atacar si es necesario a otros países. Putin no tendrá móvil, pero sí sus propios canales de comunicación y un ejército de ciberexpertos. De hecho, se cree que Rusia está participando en su propia versión de guerra cibernética con Ucrania y el mundo a través de dicho cuerpo y todos los países están en alerta de ciberataques.

Anonymous, un grupo internacional de ciberactivistas anónimos descentralizados, ha lanzado varios llamamientos para hackear sistemas y redes rusas con el objetivo de “tener operaciones en curso para mantener fuera de línea el sitio web del gobierno .ru y enviar información al pueblo ruso para que pueda estar libre de la máquina de censura estatal de Putin y mantener a los ucranianos en línea lo mejor que podamos”.

Sinceramente, a estas alturas del siglo XXI lo que esperaba es tener una humanidad inteligente y no una guerra analógica de mentalidades arcaicas. La tecnología de la paz estos días ha servido para mantener las comunicaciones sin censura, para el mapeo en línea de enfermos, para la vigilancia, para evitar males mayores. La tecnología, como las fronteras, son herramientas, lo que hacemos con ellas depende de nosotros y de si las utilizamos para autodestruirnos o mejorar nuestra vida como especie humana en teoría inteligente y esperemos que sabia.

P.D.: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, troyanos y trolls y rodearos de sinergentes que siempre suman aptitudes, equipo y valores.