Cuando cae una empresa que ha inventado un modelo de negocio que ha perdurado más de 150 años es que el mundo está cambiando. Cuentan que este inglés inventó el turismo de masas, allá por 1.841 cuando fletó un tren para llevar a 500 personas a un congreso antialcohol. Su capacidad de organización fue tal que gestionó más de 165.000 viajes para la exposición universal de Londres, la primera de la historia, y fue capaz de establecer rutas regulares desde Reino Unido con Italia y Estados Unidos. Esta empresa de origen victoriano desarrolló el concepto de turoperador que ha sobrevivido a crisis y guerras, pero se quiebra frente internet y el Brexit.

Un turoperador pone en contacto oferta y demanda turística, teniendo, hasta ahora, la sartén por el mango quienes controlan los países origen. No es casualidad que los grandes turoperadores sean alemanes y británicos, ellos dirigen la demanda donde más les conviene. La oferta, el destino, es vulnerable a sus exigencias. Es muy difícil decir no a quien asegura el lleno permanente de un hotel o la contratación de autobuses y guías. Es el poder de compra que ejerce quien sabe que puede dirigir la demanda donde quiere. Y mal no nos va. Quien haya viajado a Maspalomas, Gran Canaria, habrá visto en el navegador del coche avenidas como “Touroperador Tui” o “Touroperador Neckermann”, entre otras… Es de bien nacido ser agradecido.

Se trata de un modelo de turismo de masas con precios increíblemente bajos. Se pueden encontrar paquetes desde Manchester o Liverpool a Fuerteventura por menos de 300 libras la semana, vuelo, hotel, traslados y comidas incluidas. Sin duda, los turoperadores son los “culpables” de nuestro modelo de turismo, mucho turista con poco margen. Pero en realidad la culpa es nuestra, nos encanta ir por el camino sencillo, me piden sol y playa, doy sol y playa. Poco negocio hacen los turoperadores en Costa Esmeralda, la Provenza o Côte d’Azur, destinos igualmente mediterráneos, pero que han sabido defender un nivel diferente.

Algunas zonas de la costa catalana y andaluza, pero sobre todo de Baleares y Canarias, van a sufrir mucho con la caída de este gigante que no presagia nada bueno. Aproximadamente el 5% de todo el turismo que llega a España lo gestiona Thomas Cook. Tras Binter Canarias, línea interinsular, Thomas Cook y el gigante alemán Tui son la segunda y tercera línea aérea por número de movimientos en Canarias. Impresionante.

Son varios los motivos de su caída, pero sin duda el más barato todavía es uno de los principales. Viajar ha entrado en una deriva surrealista de precios y casi nos pagan por coger un avión o ir a un hotel (aunque evidentemente luego no nos quejemos de retrasos, cancelaciones o calidad). Ryanair, la visibilidad de tarifas en Booking o Trivago o la posibilidad de realizar alquileres a particulares en Airbnb han hecho que los paquetes todo incluido, todo cerrado, sean cada vez menos atractivos, y muchos turistas configuran su propio paquete a un precio similar pero sin la sensación tan acusada de gregarismo. El negocio del turoperador, como tantos otros, huele a caduco.

Con un modelo de negocio debilitado, con casi 600 tiendas físicas abiertas en todo Reino Unido, llega el Brexit y hace que los británicos se lo piensen dos veces a la hora de contratar sus viajes, haciéndolo a última hora o simplemente no haciéndolo. Además, la libra ha caído bastante y los precios en origen no pueden subir, por lo que los clientes pagan en una libra débil y los hoteles cobran en euros. Todo sumado ha llevado a la compañía a endeudarse más de lo recomendable esperando tiempos mejores que no han llegado. Los bancos, los fondos y el propio gobierno han cortado el oxígeno a una empresa moribunda.

No es una mala noticia, solo, para Reino Unido. Lo es también para los hoteleros, camareros, kellys, autobuseros, guías o vendedores de souvenirs de muchos centros turísticos porque aunque el tejido turístico se regenerará y otros ocuparán su lugar, se tardará tiempo, habrá facturas y créditos no pagados y a lo peor el turista británico sin el incentivo del paquete “todo incluido” optará por Turquía, Malta u otra zona del Mediterráneo. Muchos de los turistas de Tnomas Cook ni siquiera salían del hotel. Sol, comida y bebida, sea donde sea. No se les debe criticar, vivimos de ellos.

Si los indicadores macro anuncian lluvia, este es el comienzo del chaparrón. Menos turistas implica a menos empleo, menos gasto, menos riqueza. No son los mejores, pero son nuestros turistas, y gracias a ellos España es el segundo destino del mundo, somos uno los países que más cerveza, y Coca Cola, consume per cápita, y hacen que el turismo sea nuestra primera industria, a pesar de sus carencias y precariedades. Sin ellos, aunque nos parezcan feos, gordos y ordinarios, estaríamos mucho peor.

La quiebra de Thomas Cook es un desastre para nuestra primera industria. Ojalá hagamos de la necesidad virtud y sirva para darnos cuenta que, a veces, menos, es más.