El resultado de las elecciones a la Cámara de Comercio de Barcelona ha caído como una bomba entre las empresas de la capital y la provincia. Lo mismo ha ocurrido en las plantas nobles de las grandes corporaciones que financian esa entidad.

Nada menos que 31 de las 40 plazas que se ventilaban en la consulta han ido a parar a la candidatura Eines de País, impulsada por la organización independentista Assemblea Nacional Catalana (ANC) y por la minúscula patronal Cercle Català de Negocis, también separatista.

Parece mentira que la poderosa burguesía barcelonesa se haya dejado arrebatar de forma ignominiosa un organismo tan emblemático de la ciudad por una colección de micropymes llegadas de los pueblos y aldeas locales.

La ANC y el Cercle encierran la característica común de que reciben fondos públicos a porrillo y por toda clase de vías: directas, indirectas o circunstanciales.

A su vez, la Cámara se nutre, entre otras fuentes, del millón de euros anuales que le aportan 14 gigantes del mapa mercantil nacional, entre ellos, Abertis, Banco Sabadell, Caixabank, Criteria Caixa, Damm y Naturgy-Gas Natural. Curiosamente, todos los citados, salvo la cervecera, movieron sus sedes fuera de Cataluña a raíz de los hechos de 2017.

Con su desembarco en la Cámara, los independentistas más radicales pasan a administrar un presupuesto de 20 millones de euros y unas arcas rebosantes de efectivo contante y sonante.

Además, la Cámara posee el soberbio edificio de la Casa Lonja de Mar, en el arranque de Vía Laietana, y el inmueble que alberga su sede de Diagonal, entre Paseo de Gràcia y Rambla de Cataluña.

Pero lo más sobresaliente de todo es que los mandamases de la Cámara disfrutan de una jugosa prebenda. Me refiero a que tienen acceso a los órganos de gobierno de múltiples entidades e instituciones nacionales y regionales.

Así acontece, por ejemplo, con Fira de Barcelona, Consorcio de la Zona Franca, Autoridad Portuaria de Barcelona, Turismo de Barcelona, Fundación Bancaria La Caixa y Cámara de España.

Adicionalmente, por medio de esta última, tienen el privilegio de ocupar poltronas en las cúpulas de una batería de instituciones estatales.

Nada más conocerse los resultados electorales, el líder del Cercle y candidato in pectore a liderar la Cámara, Joan Canadell, perdonó la vida a las corporaciones catalanas fugitivas que sostienen financieramente a la Cámara: “Adoptaron una decisión equivocada, pero podemos colaborar con ellas si muestran un arraigo a Cataluña”. La jefa de la ANC, Elisenda Paluzie, soltó esta perla: “Se ha acabado el puente aéreo; venimos a gobernar para el país. Hasta ahora, la Cámara ha representado al Ibex 35”.

El programa de Eines de País apenas habla de las empresas a las que la Cámara rinde servicio. Se enfoca a lograr la instauración de la “República catalana” y a desvincular la economía autóctona de “los poderes fácticos centralizados”. Además, propone la ensoñación delirante de “crear un sistema bancario propio”.

Los estatutos fundacionales de la Cámara proclaman que esta veterana casa es un ente de derecho público dedicado a “promover y defender los intereses generales del comercio, la industria, los sectores terciarios y la navegación”.

En párrafo alguno aluden a montar sistemas financieros propios ni propugnan chaladuras ruinosas como la instauración de la "República catalana”.

Lo de erigir un sistema bancario vernáculo me ha provocado una cierta ternura. Hasta se me antoja advertir algo de recochineo en tal alusión.

Porque los dos únicos grandes bancos que perduraban en esta comunidad, ambos centenarios, salieron en estampida cuando el hoy prófugo Carles Puigdemont amenazó con la secesión unilateral.

Tras los dos colosos se exilió en tromba una legión innumerable de bancos de gestión de fortunas, agencias de bolsa, fondos de inversión, fondos de pensiones, sociedades financieras, la inmensa mayoría de las sicavs y, en definitiva, la práctica totalidad de las entidades que manejan recursos pecuniarios ajenos.

En resumen, gracias al dichoso procés, el sistema financiero catalán sufrió una criba desastrosa y una decadencia a la que de momento nadie ve remedio.    

Las 31 flamantes vocalías ganadas por Eines de País corresponden en su mayoría a firmas de talla muy modesta. El propio Canadell actúa en nombre de su sociedad Iniciatives Canadell, constituida en Bigues i Riells en septiembre de 2015, con el capital mínimo de 3.132 euros. Su objeto escriturado radica en “prestar servicios comerciales, consultoría en marketing, creación de canales de venta y distribución y asesoramiento en exportaciones”. En 2017, último año publicado, su facturación se limitó a 132.000 euros.

Canadell es accionista, además, de la red de gasolineras Petrolis Independents. Ésta posee sendas estaciones de servicio en Terrassa, Montblanc, L'Ametlla del Vallès, Vic, Tàrrega, Centelles, Golmès y Torroella de Montgrí, que generan un volumen de negocio de nueve millones anuales, con un parco beneficio de 44.000 euros en 2017. Los establecimientos se distinguen de forma unánime por lucir esteladas varias de gran tamaño. Su web recuerda a los panfletos de un partido político ultra, con soflamas separatistas en cada foto y apartado.

La Cámara de Comercio, Industria y Navegación ha contabilizado 28 presidentes desde que se creó en 1886. En su mayoría fueron insignes próceres de la ciudad, comenzando por el fundador Manuel Girona. La lista abarca los financieros Félix Escalas y Francisco Gambús, los textiles Luis Sedó y José Valls Taberner, el ingeniero Luis Ferrer-Vidal, el industrial José de Caralt, el viticultor Amadeo Maristany, el metalúrgico Andrés Ribera, el constructor José María Figueras y el polifacético Antonio Negre.

La relación transcrita reúne notables cualidades empresariales, profesionales, culturales y humanas. Toda semejanza entre este elenco de patricios y Joan Canadell es simple coincidencia.