Quisiera empezar diciendo que normalmente las tribunas que tengo el placer y privilegio de escribir en este gran diario digital las escribo sobre temas tributarios y las titulo en castellano. No obstante, atendido el contexto social en que nos encontramos, he querido hacer de esta tribuna una excepción a mis opiniones tributarias y la he titulado deliberadamente en catalán para captar la atención de aquellos catalanes reacios a todo lo que rece en castellano, pues sé que los que hablan tanto en catalán como en castellano la leerán también sin dichos prejuicios y así puedo dirigirme a un mayor colectivo.

Es ampliamente conocido el dicho popular "quien tuvo, retuvo", y lejos de dramatizar preguntándome qué ha sido del seny de los catalanes que han optado por apoyar esta deriva anarquista --liderada por la CUP y tristemente secundada por ERC y PDeCAT llevándoles a cortar calles, irrumpir en aulas y ensuciar nuestra preciosa tierra catalana con sobredosis de "sí", "hola nou país", "votem per ser lliures" y demás mensajes-- apelo a ese seny que pienso está en el ADN de todo catalán, así como al carácter pacífico, dialogante y objetivo que siempre ha sido predicable de la gente de Cataluña.

Apelo al seny para que quienes piden la independencia piensen por un momento qué soberanía puede ceder un país que ni es ya plenamente soberano, pues hoy España se debe a la Unión Europea, España no tiene moneda propia que depreciar a conveniencia comercial y España tiene compromisos supranacionales que imperan sobre las exigencias domésticas. Así que no le pidamos peras al olmo, no queramos quedar fuera de una UE a la que nos interesa sobremanera seguir perteneciendo --privilegio que perderíamos según han sentenciado expertos en Bruselas, contradiciendo así las improvisaciones de farsantes predicadores tendenciosos, como han demostrado ser muchos políticos catalanes al afirmar que seguiríamos en la UE pese a una independencia de España-- y valoremos que el mejor cliente de muchísimas empresas catalanas es el resto de España, cuyo casi un centenar de convenios para evitar la doble imposición internacional que se ha tardado del orden de medio siglo en lograr, beneficia a muchas empresas catalanas. ¡Nadie muerde a la mano que le da de comer!

Aparquemos por un momento los insultos y el odio que lamentablemente imperan últimamente y hagamos un ejercicio de razonar con sensatez, humildad, objetividad y en pro de la concordia

Apelo a la concòrdia porque los apuntados anarquistas han logrado sembrar la discordia no ya sólo con el resto de España sino entre todos los catalanes. Hoy los whatsapp van que vuelan entre catalanes y con el resto de españoles e incluso extranjeros para compartir nauseabundas imágenes, videos y mensajes que yo jamás esperaba de un pueblo pacífico y respetuoso con la ley como ha sido siempre el catalán y el del resto de España en general.

Y apelo por último a la objetividad y al sentido común, pero en esta ocasión dirigiéndome no sólo de los independentistas sino también a los anticatalanistas, colectivo creciente. A los independentistas les pregunto si eran verdaderamente tan ilusos como para creer que saltándose la ley no habría confrontación social y policial como la que ahora denuncian. Y a los no independentistas y anticatalanistas (hago este último matiz pues con el ruido hecho por los primeros es necesario dicho matiz ya que existimos muchos catalanes orgullosos de nuestra tierra pero no independentistas aunque tampoco obviamente antinosotros) les pregunto si en un país como España, que tiene una deuda superior a su PIB, algo más de 1 billón de euros, creen que se pueden permitir estar a malas y no dialogar con una de las 17 comunidades autónomas que aporta casi la cuarta parte del apuntado PIB, es decir, del orden de 250.000 millones de euros, pues con semejante apalancamiento un descosido así quebraría España.

Tengamos todos de una vez la cabeza fría, ejercicio difícil cuando está el corazón muy caliente, y por un momento aparquemos los insultos y el odio que lamentablemente imperan últimamente y hagamos un ejercicio de razonar con sensatez, humildad, objetividad y en pro de la concordia, tras lo cual decidamos si queremos seguir tirando leña a un fuego que ha pasado de pequeña llama a inmensa falla ardiente, y decidamos si empezar ya a tirar agua a raudales para que esto remita, pues la situación lo pide a gritos, o si preferimos acabar echando gasolina y pólvora para que explote del todo y a lo grande, pues en este caso todos perdemos. Yo lo tengo clarísimo: seny i concòrdia.