En estos momentos la gente necia, porfiada, bulliciosa y de poco provecho de Juntspel3% se muerde los labios con decepción porque según las últimas estadísticas hay varios países --Bélgica, Estados Unidos, Reino Unido-- donde se dan más muertos, en números objetivos o en proporción por número de habitantes, que en España, cuando solo hace unas semanas estábamos en cabeza, o casi en cabeza con Italia, del tétrico podium. A mí quién encabece el horroroso ránking me da igual. Pero los hijos putativos de Pujol salivan con los males de la nación, les gusta pintar a “España” con los peores colores posibles, aunque en esa España esté, por lo menos de momento, incluida Cataluña, la región que ellos gestionan y vampirizan y cuyas glorias se atribuyen mientras cargan sus miserias a la responsabilidad de los demás.

El pasado 2 de mayo circulaba por las redes sociales un mapa de la Mortalidad de la Covid-19 por países, cuya “fuente” eran dos entidades de reconocido prestigio, la Johns Hopkins University y la BBC, en el que cada país estaba coloreado en tonos rosados, anaranjados o granates, todos salvo uno, el más letal, España, coloreado en negro y señalado como el país con mayor mortalidad de Europa.

Los gráficos, los cuadros, las infografías, las estadísticas, dan en general una impresión de veracidad menos sospechosa que los textos; parece que los gráficos, las infografías, no sean tan fáciles de falsear o manipular como los datos de un discurso; parece que a diferencia del discurso, que sale de la boca del hombre, los hagan las máquinas, las matemáticas, que son desinteresadas, por lo que concitan más credulidad.

Los cuadros, las estadísticas, las infografías, parecen lapidarias e indiscutibles. Este mapa en concreto --con el evidente mensaje subliminal del color negro solo para España, sugiriendo que está muy lejos de cualquier país europeo-- no he podido concluir si lo publicó primero Xavier G. Luque, periodista deportivo de La Vanguardia, o el usuario anónimo CatlaanRapublic, pero bastaba cotejar sus datos con los datos y las infografías reales de la Johns Hopkins para constatar que había manipulación o error sustancial. En la Johns Hopkins y en otras autoridades estadísticas España perdía la tétrica pool position. Y se observaba que, dada la disparidad de criterios en cada nación para atribuir determinados fallecimientos al coronavirus, esa pool position era en cualquier caso quimérica.

Pero el caso era asociar los conceptos España + negro + muerte + no-Europa. ¡Cuán rápidamente se lanzaron los trolls de Juntspel3% a propagar el mapa falseao! Un convergente del sector ultra llamado Francesc Serés lo colgó en las redes con el mensaje: “Aquest mapa és terrible. I té responsables politics i mediàtics”. Este tartufismo es admirable. Lo primero, claro, había que decir es decir que el mapa es “terrible”, conmovedor, para dejar claro que uno tiene buenos sentimientos. Y ya a renglón seguido, se puede impúdicamente arrojar los muertos contra esos “responsables políticos” que son, naturalmente, el Gobierno de la Nación.

Inmediatamente redifundió mapa y mensaje la exconsejera Borràs, robando para ello tiempo a su defensa contra las acusaciones de corruptelas --en el Llull, precisamente-- que le lanza la fiscalía; y luego lo replicaron otras gentes porfiadas y de poco provecho, unos malintencionados, otros tontos útiles.

Todo esto tendría relativa importancia --por una parte, es el discurso consabido de la Generalitat (“España nos mata”, etc); y por otra, el “pensamiento” convergente es mero folclore victimista y nadie con dos neuronas se lo toma en serio--. Tendría relativa importancia, decíamos, si no fuese por el carácter precisamente vírico de los bulos y las fake news en las redes sociales, que pasan a infectar por simpatía otros cuerpos aparentemente sanos. Así, por ejemplo, un periodista, asturiano según creo, llamado Pedro Herrero, replicó el mapa fake agregando el mensaje: “No sé si hay métricas de cuánto miente Sánchez”. Y sus miles de seguidores lo compraron.

Y así el virus saltaba de Cataluña al resto de España, y de los chisgarabís a gente de más fuste. Miguel Gutiérrez, secretario general del Grupo Parlamentario de Ciudadanos en el Congreso, lo replicó añadiendo el siguiente comentario: “Este gráfico es devastador. Y aún hay ministros, como Marlaska, que dicen que todo se ha hecho bien y no se ha cometido ningún error. ¿No hay nadie a los mandos de este país?” Hombre, Miguel, ¿tú también subiéndote a los muertos para parecer más alto? Y el mismo Jorge Bustos, jefe de opinión de El Mundo, colaborador de varias cadenas de televisión, caía en el engaño y difundía el mapa ful…

Y con ellos muchos más, hasta que Mariluz Congosto y Ramiro Aznar, ciudadanos particulares que de vez en cuando se dedican a investigar la propagación de mensajes, decidieron seguir la trayectoria del mapa, según Congosto “insólitamente difundido por perfiles del entorno independentista y por el entorno de Ciudadanos (lo nunca visto)”, y según Aznar, un “diseño hecho con agenda catalana-independentista”. En esta historia repugnante hay algo positivo, que es el trabajo, gratis y por amor a la verdad, de Congosto y Aznar, a quienes no conozco, pero admiro porque se tomaron la molestia hermenéutica de hacer lo correcto: en vez de dar por cierto el mapa, ir a las fuentes.