Sánchez aplica su manual de resistencia

José Antonio Sorolla
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A cuatro días de la votación definitiva, Pedro Sánchez ya puede dar por ganada la batalla de los Presupuestos Generales del Estado, que ha consumido horas y horas primero de previsiones y después de negociaciones, además de gastar ríos de tinta. Sánchez figura entre los presidentes del Gobierno más vilipendiados, diana de ataques inmisericordes de la derecha política y mediática y de la vieja guardia del PSOE, pero una vez más, aplicando su manual de resistencia, se va a salir con la suya. Va a sacar adelante unos presupuestos que aseguran una legislatura.

Con el pacto con ERC, el PNV y EH Bildu, el Gobierno dispone ya de 179 de votos, tres más que la mayoría absoluta, sin contar algunos más que se sumarán probablemente procedentes de Más País, Compromís, Nueva Canarias y Teruel Existe. Es aún una incógnita qué harán los cuatro diputados del PDECat, es decir, si votarán diferente de los otros cuatro diputados de Junts per Catalunya, que rechazarán las cuentas.

No podrá cumplirse, sin embargo, el deseo del Gobierno de aprobar los presupuestos con la geometría variable de incluir en los votos favorables a Ciudadanos (Cs), por una parte, y a ERC y EH Bildu, por otra. Cs ha mantenido las negociaciones casi hasta el último día, pero al final ha anunciado su voto negativo. Ninguna sorpresa porque desde el momento en que tanto ERC como Cs impusieron sus vetos cruzados, una de las dos formaciones había de quedar fuera y lo más lógico --por la mayor cantidad de votos que aporta y por la dinámica abierta en la investidura-- es que la excluida no fuera ERC, sino Cs.

Además, Ciudadanos enredó la negociación al incluir la cuestión de la lengua vehicular en la ley Celaá, que no formaba parte del contenido de los presupuestos y que se iba a aprobar en el Congreso antes que las cuentas públicas. Aceptar ese órdago de Cs significaba desandar el camino recorrido en la ley de educación y mezclar cuestiones que no tienen nada que ver. En este sentido, ERC ha sido más prudente y más hábil al desvincular de la negociación de los presupuestos cualquier aspecto relacionado con el tratamiento a los presos independentistas, como se había anunciado en un principio.

La aprobación de los presupuestos, los primeros desde los de 2018 de Cristóbal Montoro, dará paso al primer periodo de estabilidad desde 2015 y debería significar también un refuerzo en la política de moderación del PP, una vez que Pablo Casado haya comprobado que el Gobierno no va a caer, ni siquiera por la gestión de la pandemia, y que le quedan aún tres años por delante. Pero el presunto alejamiento de Vox por parte del PP está aún por demostrar, dados los vaivenes del dirigente popular desde que sustituyó a Mariano Rajoy.

La prolongación de la legislatura es también una prueba para Unidas Podemos y para Pablo Iglesias, empeñado en marcar distancias con el PSOE en el Gobierno a la menor oportunidad. Sánchez ni se ha inmutado ante los constantes desplantes de Iglesias y ha expresado retóricamente su confianza en “todos los miembros del Gobierno” cada vez que se le ha preguntado, quizá esperando la decisiva aprobación de los presupuestos. Una vez conseguida, Sánchez debería aclarar las relaciones con su socio y poner coto a la estrategia sectaria de UP si no quiere que el PSOE se vea arrastrado a una política que no concuerda con su tradición histórica ni con las necesidades de una sociedad moderna y abierta.

Los presupuestos, como no podía ser de otra manera, ahondan también la brecha entre los dos partidos independentistas catalanes. ERC ha conseguido en la negociación una serie de objetivos --2.300 millones de inversión o transferencias a Cataluña, por primera vez más que el porcentaje del PIB; fin de la fiscalización de las cuentas de la Generalitat; gestión del ingreso mínimo vital y de los fondos europeos contra la pandemia-- que son despreciados por JxCat con la máxima frivolidad. Con la frivolidad de decir, por ejemplo, que “los mejores presupuestos son los de una Cataluña independiente” o que “el 155 solo acabará con la independencia”, como ha declarado Laura Borràs.

Por razones obvias, ERC se ha reafirmado, al anunciar el acuerdo con el Gobierno, en que su objetivo sigue siendo la independencia y la república, pero que, hasta que lleguen, hay que “gestionar el mientras tanto”. Un mientras tanto que cada vez se avizora más prolongado y de ahí la apuesta pragmática por la supervivencia en las mejores condiciones posibles. Todo lo contrario de lo que defiende JxCat, expresado, aunque no sea ya muy representativo, en un tuit de Quim Torra en el que se vanagloriaba de que “uno de los honores más grandes” de su carrera política ha sido que durante su mandato no se haya aprobado ningún “presupuesto español”.

Esas dos visiones del mientras tanto --colaborar en la gobernabilidad o inmovilismo sin concesión alguna, tumbándolo todo-- son las que se confrontarán ante las urnas el 14 de febrero en el mundo independentista. Habrá que ver el resultado.

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¿Quién es... José Antonio Sorolla?
José Antonio Sorolla

Periodista desde 1974. Ha sido redactor jefe de El País, director adjunto de El Periódico de Catalunya y corresponsal de ambos diarios en París.