Rufián y los Mossos

joan ferran blanco negro
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Manuel Cruz, en su último libro Transeúnte de la política, describe a cierta tipología de políticos como ‘faltones de piel fina’. Creo que da en el clavo. Me explicaré: ya han transcurrido algunos días desde que el cabecilla de ERC en el congreso de los diputados, Gabriel Rufián, retuiteó el mensaje del músico, Pau Llonch en el que se calificaba a la Brimo --la unidad de los antidisturbios de los Mossos de Esquadra-- de ‘gentuza mercenaria’. No es la primera vez que Rufián arremete contra los cuerpos policiales y sus mandos. En su día lo hizo de forma descarnada contra el conseller de interior, Miquel Buch, provocando las iras de sus socios de gobierno de JxCat. También aprovechó unos incidentes provocados por grupos de extrema derecha en Barcelona, para afirmar que la Brimo los toleraba con ‘mirada displicente’. Es público y notorio que Gabriel Rufián es un diputado bifronte y teatrero. Se desconocen sus aportaciones intelectuales a la historia del parlamentarismo español; ahora bien, eso sí, en su haber consta un amplio repertorio de bromas de mal gusto, improperios e insultos. Para conseguir llamar la atención le hemos visto acudir al hemiciclo con fotografías y adminículos de todo tipo. Recuerden ustedes el numerito de la impresora o el de los grilletes dedicados a Mariano Rajoy. Rufián ha sido capaz de subir a la tribuna del Congreso lloriqueando para conseguir el abrazo de Vergara entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. Tampoco tuvo problemas para aparecer en pantalla, junto a Adriana Lastra, en formato ‘Gigi l’amoroso’  y luego soltar sin rubor  increpaciones y groserías a los adversarios políticos. Sus admiradores dicen que él es así de espontáneo, que en esa forma de ser radica su ‘encanto’, pero en la intimidad suelen reconocer que su estilo no casa con las viejas tradiciones de los republicanos.

Que el representante de un partido que aspira a gobernar Cataluña, e influir en España, no respete las instituciones del estado es preocupante. Rufián y sus correligionarios deberían interiorizar, de una puñetera vez, que los cuerpos de seguridad del estado obedecen órdenes que emanan de jueces y autoridades elegidas democráticamente. Y esta recomendación es aplicable a la consejera de justicia, Ester Capella, cuando despotrica de la Guardia Civil aludiendo a la Alemania nazi. En determinados ambientes políticos y periodísticos surgen con demasiada frecuencia insultos y descalificaciones dirigidos a los cuerpos policiales cuestionando su labor. Mal asunto este que genera un caldo de cultivo altamente pernicioso para la convivencia y la paz ciudadana. No olvidemos que las palabras contienen una carga emocional susceptible de convertirse en líquido inflamable.

Las políticas de seguridad han sido tradicionalmente el talón de Aquiles de las izquierdas, unas veces por no haber superado inercias discursivas del pasado, otras por ‘buenismo’ manifiesto. Hasta que la izquierda en su conjunto --ERC dice serlo-- no asuma en su esquema ideológico un concepto de seguridad basado en la prestación de un servicio público garantista de derechos, no avanzaremos. Aquellos  tiempos en que las fuerzas de seguridad del estado estaban al servicio de una dictadura, afortunadamente, ya son pasado. Tras la aprobación de Constitución del 78, con todos los defectos que se quiera, nuestras fuerzas de seguridad emergen como garantes del ejercicio de derechos y libertades. Las  visiones estereotipadas fáciles de tuitear para conseguir unos instantes de gloria en las redes sociales, no ayudan a conseguir el modelo policial que el país precisa. De los diputados y cargos electos se espera no sólo un comportamiento ejemplar si no también una actitud coherente, reflexiva y serena ante los conflictos. Y ya que hablamos  de coherencia, me viene a la memoria el recuerdo de una famosa e ilustre abogada, detractora impenitente de la policía, que súbitamente se prodigó en reclamar mayores índices de presencia y eficacia policial. Con posterioridad lo entendí todo, supe que le habían robado el bolso ante los escaparates de Loewe. Vió la luz. Así las cosas no estaría nada mal que el procaz Gabriel Rufián pidiera públicamente disculpas a los Mossos, y que, aprovechando la ocasión, ERC revisara su posicionamiento político respecto a los temas de seguridad ciudadana y orden público.

 

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¿Quién es... Joan Ferran?
joan ferran

Licenciado en Filosofía y Letras y diplomado en Historia contemporánea. Ex diputado autonómico del PSC. Autor de diversos libros, tertuliano y colaborador en diferentes medios de comunicación.