¡Quién lo diría! Ni los más viejos del mundo periodístico lo habían visto. El próximo Gobierno de España depende de la voluntad de un partido independentista catalán llamado ERC y de su portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián. Hasta aquí hemos llegado. Aquí estamos tras el capítulo circense montado por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Y van a abrazarse al Congreso como si fuera un circo. A la más alta institución del Estado democrático. O debería serlo. Y todo tras siete meses perdidos, dos investiduras fallidas, haber movido a Franco de su Valle, liarla parda en Cataluña y que los fachas hayan alcanzado la cima de lo impensable. ¡Vaya travesía! Sin final. Porque no suman lo suficiente. ¿Qué dice ERC? ¿A cambio de qué permitirá un Gobierno de Pedro y Pablo? El precio será muy alto.

La España sin Gobierno viene pagando un alto precio. Han huido los inversores. Y los que pensaban venir se lo están pensando. El pacto de Pedro y Pablo ha sacudido la Bolsa y resbala cuesta abajo. ¿A dónde vamos? Si echamos la vista atrás al pasado siglo --qué rápidos se han ido los años-- parece que se está recreando el final de Yugoslavia. Empezó Eslovenia y luego fueron más. Guerra. Ruptura de la nación. Ya entonces algunos yugoslavos comentaban que a España le pasaría lo mismo. Dos países mediterráneos. Dos países católicos. Bueno, comentaba una personalidad yugoslava, España se puede salvar porque es “más ultracatólica”. “Y esos poderes de ahí arriba se lo pensarán y no permitirán que haya derramamiento de sangre”. Para pensarlo. Para meditar. Porque los partidos independentistas de Cataluña son de la derecha más católica, con Junqueras de misa diaria. Una deriva carlista o algo parecido. La historia ya nos ha dejado varios encontronazos con los carlistas. Habría que aprender. Pero no se aprende, ni se tiene en cuenta. Da miedo pensarlo.

Que las elecciones del pasado 10N han sido un desastre está claro. Que necesitan tapar el fracaso y vender escenas circenses para engañar a los españoles, también está claro. Y eso es lo que han hecho en el Congreso. Pero solo suman 155 diputados, y con ese número no sale nadie presidente. Hay que comprar a más. Para que te apoyen, algunos, o para que se abstengan, los otros. Y ahí empieza la compraventa. Ofertas y demandas. Hay de todo. Mientras, en la sede del PP subía el cabreo por las paredes. Convocan a la prensa. Manifiesto de cabreo. Y mientras homenajeábamos al querido maestro Pepe Oneto, llegan los compañeros y te cuentan que sí, hubo lectura de manifiesto, pero sin opción de preguntas, ni una mínima conversación, intercambio de pareceres, nada. Cabreo porque Pedro y Pablo no se lo habían dicho a ellos antes. Y los tienen tres horas perdiendo el tiempo para no decir nada. Mandar los manifiestos por correo y se termina antes. Vaya comunicación del partido de la oposición. De mal en peor. Desastre. Empiecen a mejor la comunicación y no imiten a sus correligionarios de Vox que les están comiendo la merienda. Y la pagamos todos.

¡Ay, qué años nos esperan! Es la expresión más repetida en cualquier grupo al hablar de política. En la oposición, unos cuantos jóvenes, con futuro, pero con mucho camino por andar y bastante que aprender. En el futuro Gobierno, con mucha inexperiencia, muchas ansias de poder y poca aceptación en los poderes superiores económicos. Siempre que Pedro y Pablo consigan un voto más que los contrarios en la segunda votación de investidura. Y a ERC (13 diputados) no le ha gustado nada que en el preacuerdo se haga referencia “a un problema de convivencia en Cataluña”, y su voto es no. Hoy, mañana ya veremos, porque se sentarán a negociar. “El escenario no es el mismo que en julio” ha dicho Marta Vilalta. Recuerda que Pedro estuvo tentado de aplicar el 155 a Cataluña. Hay que negociar aceptando que Cataluña es un conflicto político. ¿Algo más que negociar? ¿Un referéndum? ¿Una amnistía o indulto camuflados, o como les quieran llamar, para liberar a los presos? Hay que negociar para tener Gobierno.

Quedó claro que Pedro Sánchez quería otras elecciones. Para aumentar su número de escaños, soñaba con 140, y para prescindir de ERC de futuras alianzas para mantener un Gobierno estable. Pero ERC ha mantenido el tipo, con 13 diputados, y Rufián jugando a moderado. La táctica de Pedro ha fallado. Es, con Rivera, el gran perdedor de las pasadas elecciones, aunque nos venda otro discurso. Pero ya nadie le cree. Necesita a ERC si quiere ser presidente y que Junqueras le dé el vistobueno. Ahora depende más que antes de ERC. Junqueras y Rufián decidirán si hay Gobierno. A eso se ha llegado por buscar nuevas elecciones. Y Pedro Sánchez, con Redondo, fue el máximo defensor. También, con Rivera, ha sido el máximo perdedor. Has perdido la apuesta, Pedro Sánchez. Cuidado con los pactos, que puedes perder los calzoncillos.

Porque la economía va mal. Estamos en dura recesión por más que lo disimules, como ya hizo Zapatero. Estás copiando todo lo malo del anterior presidente. Los gestores de fondos son pesimistas. Dicen que “la situación de España nos lleva a una parálisis”, en palabras de Gilles Moëc, economista jefe de Axa Investment Managers. El mercado tiene la mirada puesta en Europa, no en España. Incluso algunos como Barclays apuntan a una nueva repetición electoral. Lo que faltaba. Si hay otras elecciones, Pedro y Pablo, agarraos los machos, como se dice por León.

La clave de este circo es ERC. Y será lo que digan y exijan. Con mucho peligro de desgaste para Pedro y Pablo. Porque ERC, en su programa, pide la amnistía para los presos. Y eso pesa. A pesar de que Rufián diga que “nuestro compromiso con la política y el diálogo es granítico”. De granito pueden ser las losas que le caigan encima a Pedro y Pablo. Si consiguen hacer Gobierno. Si consiguen ganarse a Rufián.