¿Estamos o no ya inmersos en la famosa cuarta revolución industrial? La respuesta parece obvia, sí. La entrada, aunque silenciosa y paulatina, se ha ido produciendo en los últimos años, y la pandemia le ha dado el empujón definitivo.

Pero, en qué consiste, pues bien, tampoco está del todo definida, justamente por su novedad y porque todavía nos falta perspectiva histórica y social para poder definirla y abarcarla con cierta precisión.

Ahora bien, algunos indicios tenemos, y a diferencia de la tercera revolución, la de las comunicaciones y la información, la cuarta supone un paso más, cuantitativo y cualitativo, al integrar la computación, la conectividad y la automatización con los sistemas físicos, es decir, con la realidad empírica. Esto es, al producirse una auténtica fusión de tecnologías, en palabras del profesor Landry Signé.

Por ejemplo, los pilares tecnológicos que la sustentan son tecnologías como la inteligencia artificial, machine learning, cloud computing, la robotización, el 5G, el famoso Internet de las Cosas y, sobre todo, el tan comentado Big Data. Y es aquí donde considero necesario detenernos.

Si hasta la actualidad, el petróleo era la base fundamental de nuestra economía (como principal fuente de energía, pero también como materia prima de productos derivados, etc.), ahora los datos serán la nueva fuente, la materia prima y base de todo el conjunto de tecnologías de la cuarta revolución. Será el bálsamo que lo cubra lo todo, el ingrediente básico de la nueva economía y de la nueva sociedad. Sin el Big Data, el resto de tecnologías no tendrían sentido o, en otras palabras, el resto de tecnologías son herramientas de trabajo para y el 'Big Data'.

El volumen de datos que se generan, analizan, almacenan y transmiten en la actualidad está alcanzando cotas inimaginables, de ciencia ficción. Sencillamente indescriptibles. Para que se hagan una idea, según Google, y no se asusten, desde el principio de la humanidad hasta el año 2003, habríamos producido algo así como 0,5 Zetabytes de datos (información, contenidos). En 2021 produciremos alrededor de 75 Zetabytes. Y solo en la última década habremos multiplicado por 15 el volumen creación de datos.

Pero, ¿de qué tipo de datos estamos hablando?; de todo tipo, cualquier byte de información; desde una foto que colgamos en Facebook, películas que vemos en Netflix, datos de carácter personal que introducimos en una web, los datos y números que maneja tan eficientemente Hacienda, conversaciones en WhatsApp, pero también datos, números, de operaciones logísticas, de transporte, productivas, de servicios, de infraestructuras, de videovigilancia, de seguridad, etc. Es decir, cualquier partícula de información o contenido que generamos, transmitimos y almacenamos. Por ejemplo, sin ir más lejos, este artículo que Ud. está leyendo en formato digital (de unos 18 kilobytes, en formato Word).

Hasta hace no mucho, los humanos éramos justamente los principales fabricantes de datos e información, aunque apoyados por la tecnología, lógicamente. Pero el gran salto se está produciendo ahora en la medida en que cada vez más son las propias máquinas las que generan, almacenan y transmiten información de forma automática y permanente; el llamado Internet de las Cosas. Es decir, millones de objetos interconectados digitalmente, captando, analizando y transmitiendo información constantemente.

En definitiva, los datos, como se ha dicho, son el nuevo maná, el petróleo del siglo XXI. Y, por tanto, no nos engañemos, serán el fruto de lucrativos negocios, se crearán nuevas profesiones, estudios universitarios (que ya los empieza a haber), pero también habrá disputas y batallas de todo tipo; entre empresas, entre países y afectarán, lógicamente, a los derechos y libertades de las personas.

Pero no les quiero asustar, el 'Big Data' es más una oportunidad que un riesgo. No me cabe duda.

Una oportunidad para que nuestras vidas, la economía y la sociedad funcionen mejor; desde la movilidad, el tráfico, la operativa de las empresas, la educación, la medicina, la producción, la logística o la seguridad de todos. Y es que el 'Big Data' tiene la capacidad de ayudar a transformarlo todo. Una especie de Big Bang.

Ahora bien, el reto es formidable, y no será tarea fácil adaptarnos, gestionarlo, controlarlo y regularlo para que justamente sea una herramienta que nos proporcione más bienestar que quebraderos de cabeza.