La coyuntura del mercado laboral en España viene principalmente explicada por tres variables: la cantidad de ocupación creada, su calidad y el aumento salarial percibido por los trabajadores. En el pasado año, el comportamiento de la primera fue excelente; el de la segunda manifiestamente mejorable, aunque la evolución fuera positiva, y el de la tercera muy deficiente.

El ejercicio de 2017 fue el cuarto en que el empleo creció a una tasa superior al 2%. Una cifra que indica claramente que el mercado laboral se encuentra en plena expansión. En concreto, lo hizo a un ritmo del 2,65% y supuso la generación de 490.300 nuevos puestos de trabajo. A diferencia de lo previsto por un gran número de analistas, la creación de ocupación no se ralentizó, sino que se aceleró. Así, en 2016 se generaron 413.900 empleos y el trabajo creció a una tasa del 2,29%.

En el pasado año, la ocupación aumentó en 401.700 personas en el sector privado y en 88.600 en el público. En el primero, incrementó a un ritmo del 2,59% y en el segundo al 2,97%. En relación a 2016, destaca la positiva evolución del empleo público, pues en dicho ejercicio éste disminuyó en 14.600 personas. Su distinta evolución en ambos años probablemente sea consecuencia de las medidas de reducción de gasto, establecidas en julio de 2016, con la finalidad de evitar un nuevo incumplimiento del déficit acordado con la Comisión Europea. Una restricción que no fue necesaria efectuar en 2017.

En dicho ejercicio, destaca la ocupación generada por la construcción y la industria. La primera creció a un tasa del 5,96% (un 1,97% en 2016) por la reactivación de la edificación de viviendas y a pesar de la atonía de la obra pública. La segunda lo hizo a un ritmo del 5,13% (un 4,7% en 2016) debido principalmente a la completa recuperación de la zona euro y en menor medida de la economía mundial.

El ejercicio de 2017 fue el cuarto en que el empleo creció a una tasa superior al 2%. Una cifra que indica claramente que el mercado laboral se encuentra en plena expansión

En términos de calidad del empleo, me parece interesante subrayar la reducción en 45.000 personas del número de trabajadores por cuenta propia. Una cifra que no debería interpretarse como una disminución del número de emprendedores, sino principalmente como la transformación de autónomos, que no querían serlo, en asalariados. En el pasado año, una gran parte de ellos recibió una atractiva oferta que le permitió cambiar de ocupación o seguir vinculado a la misma empresa, pero de distinta manera. En este último caso, pasaron de ser falsos autónomos a verdaderos asalariados. Un claro ejemplo, aunque insuficiente por la escasa magnitud del número de trabajadores afectados, de la mejora de la calidad de la ocupación.

Tal y como sucedió en años anteriores, en 2017 la ocupación temporal creció a un mayor ritmo que la indefinida (4,40% versus 3,16%). La primera por encima de la del conjunto de asalariados (3,49%), la segunda por debajo. Debido a ello, el porcentaje de trabajadores temporales pasó del 26,5% en 2016 al 26,7% en 2017. Un porcentaje muy elevado (el segundo mayor de la Unión Europea), pero significativamente inferior al 30,9% de 2007. En el 2016, solo tenía una proporción superior Polonia (27,5%), situándose la tasa española muy por encima de la media de la UE (14,2%).

Sin embargo, en 2017 el empleo indefinido generado (357.900) fue muy superior al de carácter temporal (179.200). En relación a 2016, aumentó más del doble, pues en dicho ejercicio únicamente ser crearon 169.900 puestos de trabajo fijos. Por tanto, en base la duración de los contratos, la situación actual sigue siendo deficiente, pero la evolución observada es satisfactoria.

En base la duración de los contratos, la situación actual sigue siendo deficiente, pero la evolución observada es satisfactoria

En el pasado año, el número de asalariados a tiempo parcial disminuyó en 27.600 (0,97%), una reducción proporcionalmente más elevada en hombres (5,5%) que en mujeres (0,74%). La principal explicación de la elevada diferencia consistió en el mayor crecimiento porcentual de la ocupación en la industria y la construcción en relación a los servicios.

En relación a 2016, la disminución es escasamente superior, pues en dicho año la reducción fue 10.700 trabajadores (0,38%). No obstante, supone un cambio de tendencia respecto a lo advertido durante los dos primeros años de la actual fase expansiva. En 2014 y 2015, el número de trabajadores a tiempo parcial aumentó en 66.500 (2,41%) y 23.300 (0,83%), respectivamente. En el primero de ellos, supuso el 15,3% del total del empleo creado.

A pesar de la positiva evolución, en el pasado ejercicio, España muy probablemente siguió siendo el segundo país de la UE con mayor tasa de subempleo (7,7% en 2016, según Eurostat), entendiendo por ésta el porcentaje de personas que trabajan a tiempo parcial que desean aumentar su jornada laboral respecto al número total de ocupados. No obstante, el dato más clarificador es el que indica la proporción de empleados a tiempo parcial a los que les gustaría aumentar el número de horas que realizan. En 2016, fue del 50,7%, siendo el tercer mayor porcentaje de la UE.

En 2017 el mercado de trabajo español continuó enfermo, aunque menos de lo que lo estaba en 2016

El aspecto más decepcionante es el que hace referencia a la retribución de los trabajadores. A pesar de la bonanza económica (el PIB creció un 3,1% en 2017), el aumento salarial pactado en los convenios solo fue del 1,4% anual en el tercer trimestre. Un incremento escasamente superior a la inflación anual (1,1%) y al advertido durante el año anterior (1%). No obstante, aún evolucionó peor la remuneración media de los asalariados, pues decreció en el tercer trimestre un 0,1% interanual. Unos datos que muestran que la recuperación macroeconómica, vía aumentos salariales, aún no se ha trasladado a las familias.

En definitiva, en el año 2017 mejoró la situación de un elevado número de trabajadores desempleados y también de bastantes que tenían contratos temporales y a tiempo parcial. Por el contrario, no lo hizo significativamente la de los que ya tenían un empleo, pues la subida salarial media fue decepcionante. A pesar de ello, España continuó siendo uno de los países con mayor tasa de temporalidad, subempleo y paro de la UE. Por tanto, el mercado de trabajo español continuó enfermo, aunque menos de lo que lo estaba en 2016.