El presidente de la Generalitat, Quim Torra, sigue practicando la técnica resumida en la frase hecha  "¿A dónde vas? Manzanas traigo". Preguntado el jueves durante una visita a la Terra Alta y el Priorat si los independentistas iban a aprobar o al menos permitir la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado, esta fue su respuesta: "¿Han salido los presos de la cárcel? ¿Han vuelto los exiliados? ¿Ha hecho el presidente [Pedro] Sánchez algún movimiento sobre el ejercicio del derecho a la autodeterminación de Cataluña? Creo que las respuestas son "No" y, por tanto, nuestra respuesta a los presupuestos de España sigue siendo No”.

La respuesta se parece mucho al "manzanas traigo" porque Torra, aunque sus virtudes como político sean limitadas, sabe perfectamente que el presidente Sánchez no puede liberar a los presos ni permitir el regreso de los "exiliados" porque en España existe la separación de poderes, aunque, con sus planteamientos, los independentistas están reclamando lo mismo que denuncian, que no exista. En cuanto al ejercicio del derecho de autodeterminación, ocurre algo similar. Primero porque el presidente del Gobierno ha repetido hasta la saciedad que no va a discutir ese asunto --"un derecho que no existe", ha dicho la ministra Meritxell Batet-- y, segundo, porque Sánchez sabe que Torra solo se daría por satisfecho con el ejercicio de ese derecho en un referéndum. Todo lo que no fuera eso, para el independentismo versión Torra no tiene valor alguno.

Como ya escribió hace tiempo en un artículo en La Vanguardia (26-10-2018) el más político de los presos independentistas, Jordi Sànchez, vincular ambas cosas es un error y pedía que no se hiciera. Sànchez rechazaba "pedir un gesto al Gobierno español a favor de los presos para aprobar los presupuestos". "Los presos no somos, no queremos ser, moneda de cambio de ninguna negociación política", decía, aunque exigía a Pedro Sánchez una propuesta y una oferta política de diálogo y la retirada de los recursos presentados por el Gobierno de Mariano Rajoy ante el Tribunal Constitucional. El expresidente de la ANC advertía que la vinculación entre presos y presupuestos solo podía ser contraproducente porque alimentaría "la gesticulación de la derecha españolista" cada vez más "extrema e hiperactiva" y retraería al Gobierno y a la fiscalía de cualquier concesión por temor a ser malinterpretadas como fruto de la presión.

Más de dos meses después, puede decirse que el pronóstico de Jordi Sànchez era acertado, aunque, pese a su prestigio y al futuro que se le augura en el movimiento independentista, la verdad es que no le han hecho ningún caso. El artículo no lo mencionaba, pero condicionar el apoyo a los presupuestos a la situación de los presos también es un error porque bloquea cualquier avance y porque priva a Cataluña y a los catalanes del aumento de la financiación y de las medidas sociales contenidas en las cuentas del Estado elaboradas por el Gobierno del PSOE.

Por el momento, el único sector del independentismo que se ha mostrado a favor de permitir la tramitación de los presupuestos renunciando a las enmiendas a la totalidad es el ala pragmática del PDeCAT por boca de su diputado en el Congreso Ferran Bel, que fue inmediatamente desmentido por la vicepresidenta del partido y jefa del ala puigdemontista, Miriam Nogueras, quien recordó que el 95% del Consell Nacional de la formación había decidido rechazar los presupuestos. ERC, como siempre, o calla o hace seguidismo sin alardes de la posición de Torra y Carles Puigdemont. El mismo jueves, el portavoz en el Parlament, Sergi Sabrià, dijo que su partido se mantenía en el No porque el Gobierno no ha hecho "ningún movimiento en lo que hace referencia a los presos y a los juicios, y no ha habido debate de fondo" sobre la situación política de Cataluña.

Para tratar de influir algo más en la decisión independentista, el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, se ha mostrado por primera vez dispuesto a negociar el apoyo a los presupuestos de la Generalitat si el PDeCAT y ERC aprueban las cuentas del Estado. Iceta ha puesto al independentismo ante el dilema de o Sánchez o la "triple alianza de derechas", la del "cuando peor, peor", pero nada indica por ahora que vaya a ser escuchado.