Una vez más ha saltado a la palestra la discusión sobre las lenguas, esta vez cuando el Gobierno español afirma que desde las aulas se adoctrina y se plantea estudiar alguna medida que garantice una mínima presencia del español en las aulas, un poco superior a la que tiene el inglés. Rápidamente salen voces indignadas de todos los rincones del territorio catalán clamando por la idoneidad de la inmersión lingüística. Se arguye su consenso y su capacidad integradora y se afirma que en ningún caso pone en peligro el español.

A pesar de la rotundidad de estas afirmaciones, no he visto estudios objetivos y fehacientes que justifiquen las afirmaciones que se hacen por ambas partes. No parece haberlos encargado ni el Gobierno español ni el catalán. Tampoco parecen creerse mucho las afirmaciones algunos dirigentes catalanes llevando a sus hijos a escuelas privadas dónde no se aplica la inmersión lingüística. Aquí sí les doy la razón, porque ello significa mejores oportunidades para el futuro de sus hijos ¿Quizás nos movemos en el mismo plano conceptual que cuando se afirma que el Govern de la Generalitat tiene un mandato independentista del pueblo catalán, ignorando a más de la mitad que no los votan? ¿A quién va dirigida la inmersión lingüística en la escuela pública catalana?

Lo que sí podemos afirmar sin miedo a equivocarnos es que lo mismo indigna en Cataluña que se quiera tocar el modelo de inmersión por parte del Gobierno Español, que en el resto de España el maltrato que se da al español, al colocarlo al mismo nivel que un idioma extranjero.

¿Tiene más razón Rigau o Wert? ¿No será que los dos tienen razón porque ambos quieren construir identidad a través de la lengua?

He de decir que, cuando asisto a estas discusiones, ambas posiciones me producen el mismo desasosiego. Ambas construyen victimismo y se mueven en los márgenes del nacionalismo identitario excluyente. ¿Qué diferencia conceptual hay cuando el exministro Wert hablaba de "españolizar niños catalanes" o cuando la exconsejera Rigau afirma que la inmersión lingüística es imprescindible para "crear una identidad nacional"? ¿Tiene más razón Rigau o Wert? ¿No será que los dos tienen razón porque ambos quieren construir identidad a través de la lengua? ¿No será que esa no es la pregunta a la que hay que responder si queremos construir algo diferente? Mi conclusión es que con este tipo de planteamientos ayudamos a polarizar la situación y perdemos la oportunidad de construir nada que valga la pena.

Es evidente que la lengua es el principal mecanismo por el cual el nacionalismo quiere construir identidad. Y esto es igualmente válido para el nacionalismo español y para los nacionalismos periféricos. También ha servido como caballo de batalla para perjudicar al adversario nacionalista del otro bando. Nos urge cambiar de plano para salir del atolladero.

Hay que cambiar la mirada, porque la lengua es también muchas otras cosas. El español es la lengua que se habla en más países del mundo y la segunda más hablada en los intercambios poblacionales. Algunos países, como EEUU y Brasil, se han planteado la posibilidad de enseñarlo en el sistema educativo con algo más de esfuerzo que cualquier lengua extranjera, por razones pragmáticas, porque es una fuente nada despreciable de cultura y de negocio. Es evidente que es una suerte para la totalidad de los ciudadanos españoles tener acceso primario a esta lengua y una palanca facilitadora de riqueza, para el presente y el futuro, en un mundo cada vez más globalizado.

¿Por qué no construimos identidad a través de la pluralidad?

Por otra parte, vivir en un país con cuatro lenguas, debe hacernos sentir orgullosos a todos los españoles por haberlas sabido conservar y debe motivarnos para seguirlo haciendo. Con ello, abrimos nuestras mentes al aprendizaje de terceras lenguas y a la posibilidad de generar producción literaria en más de una lengua.

No es un idioma o el otro, ni se trata de ver quién gana y quién pierde. En las batallas, los dos pierden, y en esta todos perdemos capacidad lingüística. ¿Por qué no construimos identidad a través de lo que somos, a través de la pluralidad?

Pero desde la política no se ha sabido cambiar el plano de la discusión. Ni el idioma español es sólo de los castellanos ni el catalán sólo de los catalanes. Aunque no podamos aprender las cuatro, no podemos seguir ignorándonos. ¿Por qué no construimos identidad a través de la pluralidad? Necesitamos afrontar la situación sin remiendos ni chapuzas, necesitamos una ley de lenguas basada en el respeto, que pueda aplicarse a los sistemas educativos de toda la ciudadanía española, que favorezca la salud y el mantenimiento de las cuatro lenguas y que no merme nuestra riqueza lingüística. ¿Quizás debamos tener alguna asignatura de lengua comparada donde aprendamos a analizar lo que une y distingue a nuestras lenguas? ¿Quizás debamos estudiar literatura comparada en relación a los momentos históricos correspondientes? ¿Debemos hacer intercambios entre alumnos de diferentes ámbitos lingüísticos? Estamos retados a pensar...