La noticia saltó  al mundo, la muerte a los 96 años de la Reina de Gran Bretaña y de 14 países de la Commonwealth, automáticamente se activaron unos protocolos preestablecidos y muchos medios de comunicación difundieron crónicas preparadas con anticipación. Su edad y su salud lo aconsejaban. 

Por nacimiento no estaba destinada a ser reina, pero las convulsiones en Europa de los años treinta y las veleidades de su tío Eduardo VIII, que tuvo que abdicar, hicieron que su padre se convirtiera en el Rey Jorge VI. Así a los 10 años entraba de forma directa en la línea de sucesión y a los 26 años nombrada Reina.

¿Por qué en estos momentos concita tantos comentarios de respeto, consideración y tristeza? Por una infancia vivida en un entorno de guerra, las bombas sobre Londres durante la II guerra mundial, un padre con problemas de dicción, la película The King´s speech, lo ejemplifica; forjan una idea de que una Reina o Rey a pesar de las apariencias no nace, se hace.

Y es cierto que en estos momentos existe una percepción mundial de su papel en el mundo, por estos 70 años de reinado, su sobriedad, su dignidad, su profesionalidad, el último ejemplo ha sido el encargo de formar gobierno a Liz Truss, la que la convierte en un referente.

La casa de los Windsor en estas décadas ha vivido muchas convulsiones, pero tal vez la cultura de la estabilidad le ha permitido navegar desde los micrófonos en blanco y negro de la BBC al vídeo con Paddington con motivo de las celebraciones de su jubileo.

En un mundo donde las instituciones son cuestionadas, el papel de las monarquías entre ellas, la respuesta a su supervivencia es, la utilidad. Es el vértice institucional, de no hacer política de partido sino hacer Estado. 

Quizá el periodo de gobierno de Oliver Cromwell reforzó la cultura pragmática de Gran Bretaña viendo a la Monarquía Parlamentaria como un instrumento útil. Un pacto entre el Parlamento y la monarquía que se ido perfeccionando de forma constante.  

Queen Elizabeth II, 70 años de reinado de una mujer que nació en la cultura de la Reina Victoria y supo proyectarse hacia el siglo XXI, con todas las diversidades y dificultades en el transcurso de la historia. Si se me permite, el último icono humano del siglo XX que más allá de las religiones e ideologías ha concitado más respeto.

God save the Queen. Long live the King.