La República catalana proclamada por la DUI el pasado 27 de octubre ya existe. En internet. Es la última extravagancia de Carles Puigdemont, que el viernes envió un tuit con la dirección de una nueva web en la que el “Govern a l'exili” ha sido sustituido por el “Govern de la República”, lema que figura inmediatamente debajo de “Generalitat de Catalunya”. En un lenguaje guerrero en el que se denuncia “la indefensión jurídica e institucional del Govern legítimo de Cataluña, ante la agresividad política y judicial del Estado español”, Puigdemont comunica que este sitio de internet es “el ente de información oficial del president, vicepresident y de los consellers del Govern surgido democráticamente de las urnas el 27 de septiembre de 2015”. O sea, como si las elecciones del 21D no se hubieran celebrado.

Esta nueva originalidad de Puigdemont solo tiene importancia porque confirma su voluntad de encastillarse en Bruselas, como quedó claro también en la reunión del grupo parlamentario de Junts per Catalunya (JxCat) celebrada el mismo viernes en un hotel de la capital comunitaria, con la presencia de 23 de los 34 diputados electos (faltaban, entre otros, los encarcelados Jordi Sànchez y Joaquim Forn, y los que no disponen de pasaporte como medida cautelar: Jordi Turull y Josep Rull). Los fieles a Puigdemont proclamaron que a finales de enero el expresident será reelegido con toda seguridad, aunque no explicaron cómo lo harían.

No lo explicaron porque es inexplicable. Puigdemont no puede ser investido a distancia ni por delegación, como pretende. Lo impiden el reglamento del Parlament, el Estatut, la ley de la Presidencia y del Govern de la Generalitat, la ley de régimen jurídico del sector público y, sobre todo, el sentido común. Pero el entorno de Puigdemont y algunos representantes del PDeCAT insisten en negarlo. Al pobre Carles Campuzano, pese a que se alinea con los moderados partidarios de respetar la legalidad, se le ocurrió decir hace unos días que el reglamento del Parlament no especifica que la investidura deba contar con la presencia física del candidato. Naturalmente que no lo especifica, porque cuando se redactó a nadie le pasó por la cabeza que había que especificarlo, de tan obvio como era. Campuzano o Turull pueden buscar en los reglamentos de los parlamentos de cualquier país democrático a ver si encuentran alguno que lo especifique.

La obcecación de Puigdemont solo conduce a repetir los mismos errores de la vía unilateral fracasada en octubre

Pero ya no son solo los malvados unionistas quienes instan a Puigdemont a que aterrice, si no en Cataluña, en la realidad. ERC (incluido el terrible Joan Tardà), el PDeCAT, Artur Mas y un largo etcétera repiten ahora que lo fundamental es formar Gobierno, al margen de las personas, y hasta la CUP considera a Puigdemont un “irresponsable” porque no explica sus planes. La lista de abandonos de políticos independentistas --Artur Mas al frente del PDeCAT, Carme Forcadell de la presidencia del Parlament, Neus Lloveras de la presidencia de los municipios independentistas, y Carles Mundó de la posible candidatura para presidir la Cámara-- es un mensaje dirigido al “exiliado de Bruselas” para que abandone un legetimismo que no lleva a ninguna parte y que solo puede perjudicar y dividir aún más al secesionismo.

La obcecación de Puigdemont solo conduce a repetir los mismos errores de la vía unilateral fracasada en octubre e impide el giro que se está produciendo en parte del independentismo hacia la necesidad de respetar la legalidad, aunque habrá que ver el grado de sinceridad de esta rectificación. A ella se han añadido también los encarcelados Jordis --Sànchez y Cuixart--, Joaquim Forn y, en menor medida, Oriol Junqueras, aunque, de momento, no les ha servido para recuperar la libertad. Sànchez, Forn y Cuixart han renunciado a la unilateralidad, han admitido la ilegalidad del referéndum del 1-O y los dos primeros han manifestado al juez que abandonarían su escaño si el PDeCAT volvía a defender la vía unilateral a la independencia.

Es posible que sean solo manifestaciones para salir de la cárcel. Para dejar la prisión se puede admitir que alguien diga cualquier cosa, aunque no la crea, pero, como dice Joan Coscubiela en un tuit, ahora parece que “nadie ha defendido nunca la vía unilateral, que la DUI no existió, que los que defendíamos el referéndum pactado no éramos unos traidores”. Un tuit, por cierto, que le ha valido al exdiputado de Catalunya Sí que es Pot una colección de insultos y de desprecios, entre otros por parte de Jordi Turull.

Estas reacciones indican que, pese a las promesas de portarse bien, las chispas saltan a la mínima oportunidad. Si solo son chispas o, por el contrario, vuelve el bucle procesista dependerá mucho de cómo acaba el pulso que se libra en estos momentos entre Barcelona y Bruselas.