La catástrofe económica a la que se enfrenta el mundo, y lógicamente Europa y España por pertenencia, va a provocar efectos devastadores en la sociedad y en la vida de la gente. Más en nuestro país, de nuevo por vivir por encima de nuestras posibilidades, cabalgando además sobre el galope de una crisis política, territorial e institucional que está lastrando nuestro progreso y convivencia. Incluso se ha admitido que hoy están en entredicho --o, mejor, en jaque-- nuestras bases de convivencia de las últimas décadas, en las que quizás la velocidad de crecimiento ha dejado una cierta estela turbulenta.

Así són las cosas. El mundo tiene que hacer frente a esa profunda depresión, Europa debe cohesionarse tomando contundentes medidas de contención y financieras en apoyo, precisamente, de la unidad de bloque en solidaridad que venga a relanzar el progreso común. Y en ese contexto, sin profundizar en el permanente contencioso entre los países del Norte y del Sur, quisiera centrarme en la relación económica y solidaria entre Europa y España en concreto, y quisiera hacerlo formulando una única pregunta marco y una serie de respuestas.

¿Puede confiar Europa en España para la gestión de ayudas económicas? Respuestas:

Cómo va Europa a poner a disposición de España una ingente cantidad de recursos a sabiendas que en nuestro país tenemos aproximadamente 400.000 personas que cobran sueldos del erario público, como son los políticos, asesores, asistentes, conductores, guardaespaldas y chupatintas adjuntos.

Qué garantías tiene Europa de que España no va a destinar partidas de las ayudas a seguir manteniendo esa estructura sobredimensionada. Qué confianza podemos ofrecer si nuestro conjunto de supuestos servidores públicos presentan un número superior al conjunto de médicos, policías y bomberos, por ejemplo. Qué pensará Europa acerca de cuál será el destino de fondos en un país que tiene dos o tres veces más políticos por habitante que cualquier otro país de la comunidad europea.

Cómo puede Europa entender que, cuando en todos los países están disminuyendo drásticamente ministerios, congresistas y senadores, nosotros los estamos aumentando todavía más, sin abundar en la perplejidad de los políticos suecos con sueldos modestísimos a los que se les aloja en apartamentos públicos de cuarenta metros cuadrados como los estudiantes universitarios, donde gestionan su vida, incluyendo compras y basuras, y no saben lo que es un guardaespaldas ni un coche oficial.

Europa no puede entender en modo alguno depositar la gestión de recursos económicos para el rescate de un país en donde se han producido casos de enorme y delictiva corrupción que empieza por el famoso 3% catalán y el clan Pujol, continuando con la Gürtel, los ERES andaluces, los sobres, las comisiones de oscuros gastos y las falsas inversiones por donde se han evaporado miles de millones de euros.

La clase política europea y toda la sociedad puede observar que, a excepción de ciertas acciones individuales, nadie en la política española ha renunciado a sueldos, dietas y complementos en congresos y parlamentos cuya actividad es mínima o nula, aceptando, además, que algunos personajes y jefecillos se aprovechan de la confusión para aumentarse el sueldo.

Finalmente, nuestros vecinos y socios europeos ven con pavorosa inquietud la deriva del gobierno de España hacia un social-comunismo que siempre ha representado la ruina y la destrucción social de cualquier estado de justicia y bienestar, habiendo, en la historia, sido necesarias operaciones quirúrgicas de amplio espectro para devolver a la normalidad el progreso y la convivencia.

Mirarse en el espejo de la Venezuela bolivariana, anunciar posibles nacionalizaciones y libertad de la intervención en la propiedad privada, comprar a golpe de talonario a los medios de comunicación, sistematizar la desinformación, la manipulación y la mentira a los ciudadanos, atacar obsesivamente a las máximas instituciones del estado español, desde la Monarquía hasta el poder judicial, con desprecio absoluto a la judicatura además de situar a una servidora del régimen al frente del Ministerio Público Fiscal. Buena carta de presentación parece el proyecto y hoja de ruta planteado, sin escrúpulo alguno, por los altivos actuales integrantes del gobierno que sucumben a los placeres del lujo de una, para ellos despreciable casta.

Todo ello, además, mirando hacia otro lado cuando sus socios catalanes y otros agentes destructores alimentan el incendio, anuncian la quiebra de forma impune insultando a la población con vejaciones sobre el nivel intelectual y ADN. El peor equipo de gobierno de la historia sometido a los mejores chantajistas que han hecho virtud del arribismo y asalto al poder.

Por tanto, bien hace Europa en fruncir el ceño a las enormes inyecciones económicas que nuestro país necesita, pero quisiera desde ésta tribuna lanzar un mensaje a nuestra comunidad europea y sus responsables manifestándoles que España no es su gobierno actual y brigada de aprovechados sino que es el conjunto de su sociedad civil que está aprendiendo de sus errores para corregir el rumbo de la nación para que nos lleve a alcanzar un correcto destino en la escena europea e internacional.

Los ciudadanos nos estamos organizando en progresión geométrica pues cada vez somos más los afectados y vamos a cohesionar a la sociedad para pacífica y democráticamente enfrentarnos a la actual anómala situación.

A Foro España, Unión de Sociedades Civiles así como a tantos otros grupos y prestigiosas personalidades del mundo intelectual, cultural, profesional, periodístico o artístico, nos llega la voz y el mandato que impulsa la ciudadanía diciéndonos. ¡ACTUAD!

Y lo vamos a hacer.