Pensamiento

Primer juicio contra una banda mafiosa

15 noviembre, 2015 00:00

Oriol Pujol Ferrusola es casi con toda seguridad el primer miembro de la familia que se sentará en el banquillo. La instrucción del escándalo de las ITV y las deslocalizaciones empresariales ya ha quemado las últimas etapas. Si no surge algún incidente de última hora, en breve va a dictarse la apertura del juicio, que se verá con asistencia de jurado.

La estela de podredumbre que dejan tras de sí los Pujol es de tal calibre y la millonada que ocultan en un arsenal de paraísos fiscales es tan exuberante, que los medios ya les motejan sin rodeos de “clan mafioso”

Los siete hermanos Pujol y sus padres están enfangados hasta el cuello en una retahíla de casos de corrupción que sustancian distintos órganos jurisdiccionales de Barcelona y Madrid.

La estela de podredumbre que dejan tras de sí es de tal calibre y la millonada que ocultan en un arsenal de paraísos fiscales es tan exuberante, que los medios ya les motejan sin rodeos de “clan mafioso”. Un magistrado, en sus providencias, llega a describirlos literalmente como “organización de tipo criminal”.

Oriol, ex secretario general de Convergència y ex diputado del Parlament, está encartado por soborno, tráfico de influencias y falsedad documental. La apertura de los sumarios correspondientes fulminó su corta carrera política.

Los entuertos se destaparon a raíz de las pesquisas sobre una trama corrupta en Galicia. Los agentes encargados de las escuchas telefónicas observaron, no sin asombro, que el nombre de Oriol se mencionaba de forma reiterada como una especie de “conseguidor”.

Los agentes encargados de las escuchas telefónicas observaron, no sin asombro, que el nombre de Oriol se mencionaba de forma reiterada como una especie de “conseguidor”

Tirando del hilo, se descubrió que había usado sus influencias para modificar el mapa de las estaciones de ITV catalanas, en beneficio de sus propios amiguetes. Se supo también de sus labores de intermediación con las multinacionales japonesas Sony, Sharp y Yamaha.

A la sazón, éstas pretendían cerrar sus fábricas en Cataluña. Alguien les notificó que, para agilizar los expedientes burocráticos y la busca de compradores de sus naves industriales, nada más indicado que contratar a Alta Partners, firma de consultoría de Sergi Alsina, compañero de estudios y amigo íntimo de Oriol. Así lo hicieron.

El tal Alsina debió desplegar unos servicios de colosal enjundia, pues cobró a los nipones la nadería de 6,9 millones de euros en concepto de honorarios.

Luego, Alsina hizo llegar 500.000 euros --como mínimo-- a la mujer de Oriol, Anna Vidal Maragall. Para justificar el pago, empleó el sobado procedimiento de que doña Anna le girase facturas por unos sesudos informes. Éstos, según las posteriores averiguaciones de las fuerzas de seguridad, jamás existieron en realidad.

Cambalaches a porrillo

Semejante mecanismo es idéntico al que otro insigne componente de la saga, Jordi Pujol Ferrusola, utilizó hasta la saciedad en sus trapicheos. El primogénito tiene percibidas enormes cantidades de dinero por asesorar a empresas de todo pelaje. Sin embargo, requerido por los jueces, nunca fue capaz de presentar un solo papel acreditativo de su supuesto trabajo.

El matrimonio Pujol-Vidal aplicó parte del botín amasado a adquirir una casa en Urús, comarca de la Cerdanya. Curiosamente, está situada justo al lado de otra que pertenece a Sergi Alsina. Y segunda casualidad, la constructora que erigió una y otra es una sociedad controlada por la dinastía Sumarroca, sobre la que pesan múltiples imputaciones de untes delictivos. La policía sostiene que el dinero gastado en las citadas mansiones provino de mordidas ilegales.

Oriol llegó a pedir ayuda para sus pasteleos a Artur Mas y éste se la prestó mediante llamadas a los directivos de compañías presumiblemente interesadas en comprar las fábricas que los japoneses dejaban vacantes

Otro dato significativo de este embrollo es que Oriol llegó a pedir ayuda para sus pasteleos a Artur Mas y éste se la prestó mediante llamadas a los directivos de compañías presumiblemente interesadas en comprar las fábricas que los japoneses dejaban vacantes.

La secuencia de los hechos discurre así. Primero, Oriol tercia ante las firmas extranjeras y ante Artur Mas. Segundo, Alsina “asesora” a esas firmas para su tocata y fuga, y se forra. Tercero, Anna Vidal se embolsa sumas crecidas por unos imaginarios análisis que no valían ni el papel que los sustentaba.

Según la jueza instructora, “gracias a la actuación de Oriol Pujol, las transacciones mercantiles para las que se contrató a su amigo Sergi Alsina obtuvieron el éxito esperado”.

Oriol es el único miembro de la estirpe que se dedicó a la política, quizás porque, al decir de lenguas viperinas, era el menos dotado de entendederas. Su padre lo designó para sucederle en la cima de la Generalitat. Mientras completaba su formación, guardaría la finca el palafrenero Artur Mas, a título provisional.

Semejantes planes se desmoronaron el día que el apellido Pujol sonó en las grabaciones de la Guardia Civil galaica. Esa jornada aciaga se cavó la tumba del “hereu” en calidad de servidor público.

Como digo al principio, Oriol es el primero de los Pujoles que se va a someter a juicio. Con esta banda, de corte cada día más siciliano, hay tela procesal cortada para rato.