Para el expresident Puigdemont. Vendrá pronto. Antes de lo esperado. Merkel no lo quiere por allí. Los alemanes no le quieren ni en la cárcel. Y su abogado, y los personajes que le rodean, prefieren Estremera a que permanezca mucho tiempo en tierras germánicas. Por seguridad, dicen. Sólo pensar cómo terminaron los rebeldes de la banda Baader-Meinhof entra un temblor en las piernas que no se resiste de pie. Y no es por alarmar. Pero hasta ahí hemos llegado. Hasta aquí llegó el divino Puigdemont, el tipo al que nadie votó para President. Pero se lo creyó. Como tantos otros en la historia no tan lejana.

Pues ya tenemos un capítulo más del sainete que ya dura seis meses. O siete si contamos septiembre y el teatro que montó el Parlament bajo la dirección de la Forcadell. La fiscalía alemana ha solicitado la entrega de Puigdemont a España. Lo ha pedido el fiscal de Schleswig-Holstein. Por malversación de fondos y por rebelión. Sí, han leído bien. Rebelión. ¡Estos alemanes...! Mira que acusar de rebelión al pobre chico. Lo impensable en Bélgica. ¡Quién le mandaría volver a casa por Alemania! Algún traidor. O traidora, que de todo hay. Que analice su grupo. El delito de rebelión en Alemania es una cosa muy grave. Y está en el Código Penal suyo. ¡Qué despiste! Ni hecho con mala uva. Así que ya tenemos extradición. Pero tranquilos, ni por esas se le va a caer el pelo. Incluso puede votar, delegando el voto, en el Parlament. Hasta el president Roger Torrent trabaja para Puigdemont. ¿Los ciudadanos y la ley? ¡Va! Que les den.

Pero cierta pena sí debe tener. Tan felices se las creía y comete un error de principiante. En la prisión de Neumünster debe estar apenado. No hay la alegría que había en Bruselas. Aunque Puigdemont nunca ha vendido alegría. Más bien, digamos que ha vendido miedo. El diputado de la izquierda alemana que le ha visitado le ve asustado. Muy asustado. Ahora es él el que tiene miedo. Porque en España "nunca se sabe si te van a torturar". ¡Vaya! Opinar antes de vivirlo. Más que miedo a la tortura, tendrá que tener cuidado no se le caiga el jabón en la ducha. Puede ser torturado de verdad. Por no darse jabón. Y por ser vicioso de Twitter y de su política nefasta.

Puigdemont ha destrozado su partido. Ha puesto en cabeza en Cataluña a su mayor enemigo, Ciudadanos. Ha dividido a los catalanes, los ha hecho más pobres y los tiene hasta el gorro, agotados de todo y hasta los mismísimos

Porque con el teatro montado nunca se han analizado sus años de gobierno. ¿Gobernó? Parece que fue president de Cataluña por encargo de Mas y la CUP. ¿Resultados? Bastantes. Ha destrozado su partido. Ha puesto en cabeza en Cataluña a su mayor enemigo, Ciudadanos. Ha dividido a los catalanes, los ha hecho más pobres y los tiene hasta el gorro, agotados de todo y hasta los mismísimos. Ha terminado con el secesionismo en el mundo. Porque se necesita, para ello, un pueblo y una financiación. Y sobran las amenazas.

Como resultado final sucede que Puigdemont sigue marcando la política nacional, la política de Mariano. Porque cuando Alemania nos lo mande ¿con qué abrigo viene? Simple diputado. Simple presidiario. O simple president. ¿Si es investido president por el Parlament de Cataluña? Bueno, lo que faltaba. Vuelta a empezar. Vuelta al origen del problema. España ya no está para otro procés. No lo soportaría. Necesita avanzar. Con Presupuestos. Y, si Mariano no logra su aprobación por culpa del artículo 155, ¿cuál es la salida? ¿Elecciones? Con lo que tiene encima el PP posiblemente fuese la mejor salida para Mariano. Porque a Mariano le crecen los enanos. Que si Cristina no tiene máster, que si las reinas se pelean, que los juicios de corrupción están al salir, que va a salir también lo de Prada y la ciudad de la Justicia de Madrid y todo el dineral perdido... ¡Ay madre!, la que se avecina. Y justo entonces es cuando Alemania le certifica a Puigdemont para dar emoción a la campaña.

Lo cierto es que, antes o después, vendrá el expresident. Preparen la celda. Televisor, ordenador, internet... Que no falte de nada. El chico quiere manipular la política desde la celda. Mientras le dejen. Mientras los ciudadanos le crean. Nadie está libre. La farsa continúa.