Pensamiento

Por la puerta de servicio

15 junio, 2016 00:00

La coalición electoral de Podemos e IU para el 26J permitirá que un número reducido pero significativo de miembros del PCE figuren en las listas conjuntas de Unidos Podemos en puestos que, previsiblemente, saldrán elegidos.  El 20D IU sacó dos diputados, ahora obtendrá algunos más.

¿Cómo se llevará el maridaje de las dos complejas formaciones, fundado en el afán compartido del sorpasso al PSOE, y, en particular, la relación Iglesias-Garzón?

Alberto Garzón, miembro del PCE, la fuerza más relevante del conglomerado IU del que es coordinador general, irá en la quinta posición de la candidatura Unidos Podemos por Madrid. No es un puesto brillante para el más alto cargo de IU, le preceden, además de Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, candidatos políticamente tan poco destacables como Carolina Bescansa e Irene Montero, pero tendrá asegurado el escaño.

¿Cómo se llevará el maridaje de las dos complejas formaciones, fundado en el afán compartido del sorpasso al PSOE, y, en particular, la relación  Iglesias-Garzón? ¿Primará la cepa común de su paso formativo por la Unión de Juventudes Comunistas de España y la estética compartida del puño en alto o las trayectorias posteriores distintas?

Las diferencias teóricas, que las hay, no serán inicialmente un obstáculo, la coincidente formación dialéctica de ambos les hace imperturbables ante las contradicciones, hasta que aquellas diferencias se intenten materializar por una de las partes desde una hipotética política de gobierno o desde la tarea parlamentaria.

El PCE de Alberto Garzón apuesta por la ruptura con el euro y la UE, así como por la nacionalización de los sectores estratégicos de la economía y, por supuesto, por la salida de la OTAN y, en consecuencia, por la ruptura de la relación estratégica con los EEUU y, no menos importante, con los otros socios europeos de la Alianza Atlántica. Iglesias, cuyo paso por el Parlamento Europeo fue un ensayo de su subsiguiente insolvencia en el Congreso de los Diputados, avaló que los diputados de Podemos presentaran en diciembre de 2015, junto con la extrema derecha y la extrema izquierda, una resolución en el PE pidiendo que se estudiaran y prepararan los mecanismos para la disolución ordenada de la zona euro. De ahí al resto de planteamientos rupturistas de Garzón no hay una distancia insalvable.

No sabemos lo que entiende Iglesias por socialdemocracia. Da lo mismo, lo que le importa es el prestigio de la marca, por eso su usurpación y la impostura del gesto

Garzón es un crítico feroz de la socialdemocracia a la que, como el comunismo histórico, tilda de muleta del capitalismo, ocultando con mala fe que la socialdemocracia en Europa, y en España, ha sido el pilar fundamental de la construcción del Estado del bienestar, que los comunistas no supieron construir en sus años de dominio absoluto en los países de la Europa Oriental, ni lo apoyaron en la Europa Occidental porque el éxito del Estado del bienestar ponía en evidencia el fracaso del modelo social soviético.

Iglesias ha abrazado la socialdemocracia, bautizándola con gesto mesiánico de "nueva", abrazo que no quiere decir nada puesto que Pablo ha mutado de piel política con harta frecuencia, hasta dejársela casi pulida para alcanzar el "me gusta" de cuanta más "gente" mejor. No sabemos lo que entiende Iglesias por socialdemocracia. Da lo mismo, lo que le importa es el prestigio de la marca, por eso su usurpación y la impostura del gesto.

Jacques Delors, que intentó la construcción de una socialdemocracia común en la Europa comunitaria, definió el proyecto socialdemócrata en base a tres conceptos: reformismo frente a revolución, equilibrio entre Estado y mercado, compromiso entre el capital y el trabajo. ¿Qué no rechazaría Garzón, qué suscribiría Iglesias? Ambos han sabido aprovecharse del cóctel explosivo de indignación y desorientación, que pende en este momento sobre la sociedad española.

Iglesias pasó sin sonrojo de desbordar por la izquierda a IU a desbordar por la derecha a Ciudadanos. Hay que reconocer su genialidad en la práctica del camaleón  ideológico (del aguerrido asalto a los cielos a la socialdemocracia bonachona) y del oportunismo táctico ofreciendo al PCE entrar por la puerta de servicio en  el  hipotético poder central por primera vez, y ello para servir a la ambición desmedida de quien considera que saltar del entretenimiento de un plató televisivo a la responsabilidad de la Moncloa es posible en tiempos revueltos.