Pensamiento

#Podemos. Deconstruyendo a Pablo Iglesias

25 junio, 2014 09:01

(El título de este artículo coincide con el de un libro de Deusto Editorial que se presenta hoy en Madrid, coordinado por John Muller y firmado por varios autores, entre ellos yo. Os apunto aquí un extracto de mi escrito, os lo leéis, si os parece, y seguimos hablando del tema)

...Llega un momento en que hay dos Españas, dos planetas, dos universos distintos: pero ya no son los de siempre sino que los polos son otros, son el de la realidad publicada versus el de la realidad tecleada. Y cuando esas dos realidades se enfrentan, suele ganar la segunda. Porque golpea mucho más rápido y dando muchas menos explicaciones. Apelando al instinto prácticamente en vena. Pero sobre todo desarrollando una capacidad que algunos juzgarán poco menos que mefistofélica de adaptar y readaptar constantemente el mensaje sobre la marcha. El mundo virtual es de feed-back inmediato, de reacciones mucho más ágiles que las deparadas por encuestas, sondeos, grandes discursos, etc.

Varios factores explican los resultados de Podemos: insistente lectura distorsionada del 15-M, desamparo agudo de la necesidad emocional de ser de izquierdas, fórmulas políticas primarias

Tenemos entonces varios factores sobre la mesa que explican el choque con los resultados electorales de Podemos como el choque del Titanic con el iceberg: insistente lectura distorsionada del fenómeno del 15-M tanto para bien como para mal, entronización de esa distorsión como realidad incuestionable, desamparo agudo de la necesidad emocional de ser de izquierdas, adopción de ese sentimiento de orfandad por fórmulas políticas mucho más primarias que los partidos políticos de toda la vida, ataques viscerales, interesados o las dos cosas por parte de la derecha, anquilosamiento de los resortes clásicos de comunicación entre la política y la realidad...

[...]

Cuando la izquierda de toda la vida se contradice y se desdice a troche y moche, cuando la derecha gobierna implacablemente y se desentiende más implacablemente todavía de dar explicaciones de gobernar así, de administrar aunque sea un poquito de árnica a sus sufridos gobernados, es cuestión de tiempo que por algún rincón emerja algún populista inteligente. Y una vez emergido ya no es fácil volverle a sumergir como si tal cosa. Por mucho que salga todo un Felipe González a advertir contra el "desastre" de cualquier alternativa bolivariana. Como si eso no fuera a echar más gasolina a determinado fuego.

Hay quien ya se queja de que todo el panorama político actual ofrece un hasta inquietante aire de familia con el de los años 30, en este país y fuera de él. Acordémonos de los aventurerismos tanto a la izquierda como a la derecha que amenizaron aquel momento histórico. ¿Estamos como estábamos?, se temen algunos.

Hay quien ya se queja de que todo el panorama político actual ofrece un hasta inquietante aire de familia con el de los años 30, en este país y fuera de él

Los que subrayan las coincidencias, para algunos inquietantes, entre los discursos más planos y simplistas de los dos extremos políticos temen un nuevo choque de trenes. Un nuevo guerracivilismo y hasta guerramundialismo. Fenómenos todos ellos que tienden a recordarse considerablemente embellecidos desde el punto de vista de la épica. Pero que vividos en directo y en tiempo real lo normal es que dejen un sabor de boca más que amargo. Que le pregunten por ejemplo al autor de “Homenaje a Cataluña”, George Orwell. Y si sólo fuera eso.

Hay quien cree que la única manera de salir de este eterno bucle melancólico, de este interminable zafarrancho de combate, es trascendiendo el estereotipo utópico, y ya hemos visto que casi emotivo, de tener que ser necesariamente de derechas o de izquierdas. Huir de la vida y de la política en blanco y negro.

Eso es difícil de hacer con las espadas y las emociones en alto y con la realidad simplificada a titulares de prensa, debates televisivos y tuits de 140 caracteres. En cuadriláteros tan simplistas lo más fácil es ser simple, valga la redundancia, y el reto es cómo salirse por la tangente inteligente. Cómo complicar el discurso sin desaparecer.

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De momento, a las barricadas. Y a la inteligencia, cuando se pueda. ¿Podremos algún día?