Pensamiento

Piqué: "¡Yo soy así!"

14 septiembre, 2015 00:01

Es una de las actitudes más contrarias a la civilización que nos podemos confesar. De hecho, solemos hacerlo para justificar comportamientos nada edificantes. Aunque sin asumir que tal comportamiento es inaceptable. Por eso nos decimos, les decimos, "es que yo soy así". Sobre todo en las relaciones personales.

Suelen ser salidas de tono, contestaciones inadecuadas, gritos y humillaciones encendidas por un arrebato inesperado; incluso, pisando ya el maltrato, la agresión puntual a la pareja, la desconsideración a los padres o la explosión de ira incontenible contra algo o contra alguien.

Qué fácil es soltar: yo soy así. Una de las disculpas más egoístas que la sociedad no debería permitir jamás. Todos somos de alguna manera, pero todos tenemos el deber de corregirnos cuando dañamos a terceros

Juega a favor del autor de tal comportamiento la condescendencia del entorno: no, si Juan es buena persona. Pero ya lo conocéis, de vez en cuando se le va la olla y se comporta como un energúmeno.

No, nadie es buena persona cuando se comporta de esa manera, o cuanto menos, nadie es elegante o educado. Podrá serlo antes o después, pero no en ese momento. Justificar tal comportamiento o darse a uno mismo esa coartada de "yo soy así", solo demuestra que no queremos rectificar el abuso, que no queremos aprender, que no estamos dispuestos a cambiar.

Todos podríamos acogernos a sagrado, y soltar, es que yo soy así. Lo podría hacer el que siempre llega tarde a una cita, el que jamás se levanta para ayudar a recoger la mesa, el que nunca tiene una palabra amable con el amigo a pesar de haber abusado de su confianza, el que grita por cualquier cosa sin reparar en el daño que hace...

Todos podríamos colgarnos de la disculpa pero nadie debería renunciar a corregir sus defectos. Si los ejemplos que les he puesto no les hacen apreciar lo injusto de tales disculpas, piensen en cuestiones más graves. Un violador que es devorado por el instinto depredador del sexo, podría darse también la coartada de que él es así. Nadie se lo pondrá en duda, pero la sociedad le perseguirá mientras no se corrija. O el que humilla a su compañera porque cuando bebe tiene explosiones de ira. Pues que aprenda a no beber, y si bebe, que lo haga lejos de cualquier cosa a la que pueda dañar.

Qué fácil es soltar: yo soy así. Una de las disculpas más egoístas que la sociedad no debería permitir jamás. Todos somos de alguna manera, pero todos tenemos el deber de corregirnos cuando dañamos a terceros. Y si nos refugiamos en esa frase, solo estamos demostrando ser niños consentidos, tremendamente egoístas, a menudo egocéntricos que somos incapaces de pensar en el otro, y muy poco comprometidos con el respeto a las reglas sociales.

Gerad Piqué no tiene disculpa. Sus declaraciones han sido meditadas y medidas. Tanto, que ha sabido discernir con delicadeza su relación con la selección española y su hooliganismo contra el Real Madrid. Le honra. Pero no le disculpa. Es un caso de libro. Asegura con personalidad y cierta dosis de soberbia de niño consentido: "No me arrepiento para nada, lo volvería a hacer una y mil veces, ¡yo soy así!".

Esta soberbia es difícil de imaginar en otros lares del deporte español. Un rasgo más de la hegemonía moral y cultural del catalanismo

Como vemos, en él no hay ni una brizna de culpabilidad a pesar de que reconoce en la entrevista que no es nada elegante. Él está por encima del bien y del mal, al menos en esto, y el que se moleste, que se joda. No es empático, no se pone en el lugar del otro, no necesita aprender, ni crecer, él es cojonudo, está encantado de conocerse. Y además sabe que su actitud conectará con su entorno deportivo. Con un entorno tan torpe como él. Porque Piqué ha de saber que desear el mal del otro, disfrutar de las derrotas de los demás, no es muy sano. Y decirlo molesta al adversario deportivo. Que también tiene sus sentimientos. Este es el principio del resentimiento, de la multiplicación de los agravios y finalmente del odio. ¿O acaso creía que su aptitud no tendría efectos colaterales?

No, Piqué, sal de tu nido de algodones y éxitos, el deporte puede ser la fuente de las peores rivalidades y odios. No creas que todo lo que acontece en el deporte es inocuo. La última guerra de los Balcanes empezó en el estadio de Sarajevo. Y sin recurrir a tal extremo, has de pensar que los forofos que ponen en riesgo la convivencia en y alrededor de los estadios, causa de algunas muertes, solo son pandillas organizadas alrededor de convicciones soberbias como las tuyas.

Esta soberbia es difícil de imaginar en otros lares del deporte español. Un rasgo más de la hegemonía moral y cultural del catalanismo. Aunque tal como está el paño, esta última reflexión me la puede desautorizar cualquier advenedizo contestándole a Piqué en el mismo tono.