¡Fascista... el último!

Manuel Trallero
4 min

El ínclito Torra ha declarado una guerra santa, su yihad particular. Ve fascistas por todas partes, hasta en la sopa. Franco creía a pies juntillas en la conspiración marxista-judeo-masónica-separatista o los seguidores de Hitler en los Protocolos de los Sabios de Sion. Es decir, en paparruchadas. Anda mirando con un candil por debajo de las piedras buscando fascistas como El Nacional de Antich saca " jóvenes semidesnudos" en compañía de Santi Vila, cuando posan de riguroso bañador. Va a su caza como el senador McCarthy escudriñaba comunistas entre las estrellas de Hollywood o como Bush calificó a los autores de 11S de "los herederos del fascismo" y pretendía liberar Bagdad como los americanos liberaron París, con el éxito conocido.

El actual presidente de la Generalitat va camino de emular al periodista inglés que en el siglo XIX fue enviado por su periódico a cubrir una supuesta guerra en Sudán. Al llegar aquel país se enteró de que no había ninguna guerra, sino que esta se desarrollaba en Egipto. Comunicó la situación al diario y sus jefes le respondieron: "Eso que importa. Haga el favor de organizar una e informar en exclusiva". Y así lo hizo. En Cataluña hay fascistas, como en todas partes, pero no hay fascismo ni la extrema derecha campa por sus respetos en España como en muchos países de Europa, ni está en el gobierno como en Austria, Dinamarca u Holanda, los ejemplos que ponía Arturito Mas​ para su Cataluña independiente.

Cuando el productor número uno de ratafía se proclamó el primer antifascista del mundo mundial, se colocó para la ocasión el amuleto de la cara de Churchill. Prenafeta y los suyos le dedicaron un pipí can en Barcelona en forma de pretendido monumento al político inglés. Éste consideraba a Gandhi un faquir medio desnudo; no tuvo reparo en bombardear Irak con gas mostaza porque eran unos salvajes; creía a pies juntillas que los comensales del Hotel Colón de la Ciudad Condal durante la II República eran unos conspiradores comunistas y le aseguró a Franco su continuidad en el cargo por escrito tras la II Guerra Mundial. Y, si no, siempre le queda a Torra y a sus palmeros Martin Luther King, de quien aparte de que un día tuvo un sueño no creo que nadie sepa de él ninguna cosa más.

De la misma forma que contra Franco valía todo, incluso aquello que no valía nada, ahora el antifascismo es el nihil obstat, el laisser passer, el escapulario de quienes se apunta a todas las nobles causas pérdidas, que te permiten salir en televisión y acudir a las tertulias, vivir del momio de los negros rescatados en el Mediterráneo; el soterramiento del AVE en Murcia, la exhumación de Franco del Valle de los Caídos o la libertad de expresión de un rapero mallorquín. Es el modus vivendi de unos auténticos abrazafarolas de la catadura moral de Antonio Baños o de Cristina Fallarás. Son como Torra antifascistas pero ¿acaso pueden ser alguna otra cosa? El antifascismo es su bote salvavidas.

Así, que menos lobos, Caperucita Torra.

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¿Quién es... Manuel Trallero?
Manuel Trallero

​Ex periodista y ex casi todo lo demás. Tengo una edad ímproba, ¡incluso me acuerdo de que Franco murió en la cama! Eché artículos en 'La Vanguardia' hasta que me cansé. Hice un libro junto con Josep Guixá sobre Carmen Broto y otro solito sobre el (mal) llamado 'caso Palau'. Ambos tuvieron un éxito descriptible. Preparo una biografía de Jordi Pujol. Me he dado de baja del fútbol y del gintonic. Me gusta Schubert, aunque empiezo el día con Bach, mi ídolo fue Cassius Clay. Leo libros de historia en la cama. No soporto los restaurantes, las novelas ni el cava. Jamás veo la televisión ni oigo a Jordi Basté en RAC1. Practico la siesta del carnero y el boxeo.