Seguramente muchos de ustedes, queridos amigos, recordarán aquella maravillosa Barcelona progresista, abierta, multicultural, mestiza y feliz, que era luminaria y guía de los deseos de prosperidad y modernidad de toda España, que la miraba y cortejaba con envidia, orgullo y esperanza. Cataluña y los catalanes nos paseábamos por todo el país, por la casa grande, y éramos acogidos con un afecto inmenso. Nos veían como crisol de cultura, vanguardia, innovación y cambio. Cierren los ojos un segundo y recuerden aquellos carteles, en las entradas de la ciudad, muy visibles también en la plaza de España, que rezaban: “Bienvenidos a Barcelona, ciudad de ferias y congresos” ¿Los ven?

Sí, seguro que los ven. La Ciudad Condal era el corazón de todas las ferias, congresos, simposios y reuniones de negocios habidos y por haber. Éramos centro de decisión, motor y estímulo, envidia de propios y extraños. Aquí estaban todas las editoriales, todas las centrales de las compañías discográficas, la mejor prensa, el arte, la publicidad, las ideas. Todo y mucho más. Eso se acabó.

Tras cinco años de priapismo nacionalista, desaforado, furibundo, en el que su verdadera esencia supremacista, insolidaria, hispanófoba y protofascista ha quedado al descubierto, conduciéndonos a uno de los más dramáticos momentos de nuestra historia colectiva, esa Barcelona, y por extensión esa añorada, buena y vieja, Cataluña, que era de todos y para todos, ha desaparecido merced a la estulticia, miseria y sinrazón de unos políticos que representan y encarnan los aspectos más deleznables de nuestra condición y carácter. Políticos que deberían ser condenados, sin contemplaciones, a una damnatio memoriae, a una condena de la memoria, tal y como era costumbre en Roma y en Egipto. Los nombres y apellidos de Mas, Puigdemont, Junqueras, Forcadell, Gispert, Turull, Romeva, Rovira, Gabriel, Homs, y muchos más, deberían ser borrados de documentos, crónicas, hemerotecas y placas, por haber incitado a buena parte del país a emprender una aventura sin sentido, destructiva, mezquina, repugnante, basada en el odio, las falacias, la tergiversación torticera, y los hechos diferenciales más ridículos.

Algún día todo lo que hemos perdido por el camino podrá ser contabilizado, no sólo en términos económicos, sino anímicos, afectivos, convivenciales, en términos de honor, autoestima, salud, paz interior, concordia y armonía

Algún día todo lo que hemos perdido por el camino podrá ser contabilizado, no sólo en términos económicos, sino anímicos, afectivos, convivenciales, en términos de honor, autoestima, salud, paz interior, concordia y armonía. Esta caterva de desaprensivos --y digo desaprensivos cuando el cuerpo me pide a gritos tildarlos de gentuza-- nos ha diezmado, dividido, enfrentado, mentido, manipulado. No hace falta que entre en detalles porque a estas alturas ya todo está muy claro: todo era falso, pura pantomima, todo era teatro simbólico, nada estaba preparado, nada fue jamás transversal, ni era clamor, ni empujaba de abajo a arriba, nada emanaba del pueblo... A esos desaprensivos que dinamitan la convivencia y luego huyen, niegan y acatan, o mendigan dinero para poder esquivar su destino y condena, el pueblo jamás les ha importado un rábano, un celemín, un comino. A esos infames sólo les mueve el afán de lucro y el poder. Ya lo estamos viendo y aún quedará más claro a lo largo de las semanas que restan hasta el 21 de diciembre. Dignidad, ninguna. Ratas a la carrera.

Si bien será imposible cuantificar toda la riqueza inmaterial perdida, derrochada, esas horas malgastadas por todos y los costes de oportunidad, sí es posible valorar los jirones de piel y tejido económico que nos estamos dejando en el camino. Los resumo.

A pesar de que el ritmo de deslocalización de empresas se ha ralentizando, ya son más de 2.400 las que se han marchado. Suponen un 30% del PIB de la Comunidad. Sólo 62 de ellas representan 11.540 millones de euros de ese PIB. En lo referido a creación de nuevas empresas, el dato de octubre señala que han caído un 12% (171 compañías menos en relación al mismo mes del año anterior).

Según un estudio del Reputation Institute, un 23% de consumidores no residentes en Cataluña, se niega rotundamente a consumir productos catalanes, y otro 20% estudia dejar de hacerlo en función de los acontecimientos. Ese boicot puede llegar a suponer 20.000 de los 40.000 millones que Cataluña vende anualmente en el resto de España.

Las ventas de coches se han desplomado un 30%; las reservas hoteleras han caído un 35%; la facturación del pequeño y mediano comercio baja un 30%, la de centros comerciales y grandes superficies un 20% Sectores emblemáticos como el textil sufren pérdidas del 35%.

Algunos analistas aseguran que a medio plazo este desastre puede suponer fácilmente la pérdida de entre 70.000 y 90.000 puestos de trabajo en Cataluña, a lo largo de 2018

También se tambalean, de modo muy preocupante, las reservas de vuelos, la compraventa de inmuebles, el consumo general (ocio, tecnología, alimentación) y la inversión extranjera (-55%). Y se cancelan congresos multitudinarios, alegando “conflicto civil” como motivo de rescisión de contrato.

Se van los Premios Ondas a Sevilla, tras 64 años de historia en nuestra ciudad, y pese a los esfuerzos que se están realizando en las últimas horas, mucho me temo que la Agencia Europea del Medicamento acabe asentando reales en Bratislava o Milán. Por su parte, John Hoffman, consejero delegado de GSMA, la asociación detrás del MWC, advierte de que el congreso de tecnología de la comunicación podría irse de Barcelona en 2019 si esto sigue como hasta ahora.

Todos estos datos, cuantificables, y muchos más que se conocerán una vez se cierre el trimestre, llevan a más de un analista a asegurar que a medio plazo este desastre puede suponer fácilmente la pérdida de entre 70.000 y 90.000 puestos de trabajo en Cataluña, a lo largo de 2018. Acaso más. Son muchos los que se están marchando, preparan maletas o se plantean qué hacer. Muchos, de verdad, muchos.

Aquí lo dejo.

Y a todos aquellos que nos han traído hasta aquí, separando las aguas de los mares; a todos los prófugos dementes, incapaces de renunciar a sus “marcos mentales”; a todos los teósofos de pacotilla, esos fariseos del a Dios rogando y con el mazo dando; a todas las miserables agitadoras de masas e inoculadoras de odio...

...el más absoluto de los desprecios.