Una de las cosas que me explicaron en un viaje de formación a Alemania invitado por la Fundación Ebert en el año 1982 fue que para la estabilidad del sistema no era conveniente que se concentraran al mismo tiempo las elecciones municipales, a los lands, autonómicas en nuestro caso, y las generales. La razón es simple: evitar que un mismo partido, aprovechando una coyuntura favorable, monopolice el poder a todos los niveles. Concentrar excesivamente el poder en las mismas manos puede desestabilizar el sistema, argumentaban.

Este punto de vista me ha venido a la memoria con motivo de la situación actual. Según las encuestas, la izquierda y el nacionalismo periférico pueden cuasi monopolizar el poder, aprovechando el viento favorable de las elecciones generales, la crisis del PP y la aparición de Vox.

Aunque a los posibles ganadores les parecerá magnifico monopolizar el poder, los perdedores pensarían igual si la situación fuera la inversa, ganar por goleada, y más en un país dividido por mitades si nos atenemos a los votos de cada bloque, puede ser peligroso para la democracia, sobre todo en un momento como el actual en el que el marco constitucional es puesto en entredicho por diversas fuerzas políticas, ya sean populistas o secesionistas. Además, las banderas identitarias que hoy monopolizan el discurso político, nacionalismo, religión, género, entre otras, avivan el resentimiento y hacen especialmente frágil la convivencia si se sigue hurgando en ellas de forma desmesurada poniendo en riesgo la democracia.

Por ello, y a la espera de conocer los resultados electorales del próximo domingo, no está de más pedir a las fuerzas políticas, vencedores y perdedores, al menos las más centradas, un esfuerzo para evitar la consolidación de dos bloques antagónicos. Aunque pueda parecer muy naïf en los tiempos de profunda división que corren, pero precisamente por ello, me parece oportuno pedir a los partidos que no profundicen artificialmente en las diferencias y busquen puntos comunes para resolver problemas, en lugar de crearlos. Y para ello nada mejor que, en aquellos lugares que sea posible, prioricen el acuerdo transversal al de bloques.