Con los muy pocos años que lleva en la primera fila de la vida política española, Pedro Sánchez se ha convertido en un líder sólido y sobre todo muy curtido. Un líder no solo superviviente, resistente y resiliente, sino un dirigente político muy consistente y con un discurso propio de regeneración democrática, de recuperación de los derechos sociales y civiles  perdidos durante estos últimos años, de sincera voluntad de diálogo y entendimiento, con verdadero afán de recuperar la deseable convivencia ciudadana.

Viendo y escuchando estos últimos días a Pedro Sánchez, en especial desde su convocatoria anticipada de elecciones generales, le he encontrado convincente como solo lo están los realmente convencidos de lo que dicen. Le he visto y oído en su firme defensa de la autonomía política del proyecto socialista, esto es, de la mejor tradición socialdemócrata puesta al día de las exigencias del final de la segunda década del siglo XXI. Le he visto y oído en modo Felipe González, aunque esto pueda extrañar y hasta escandalizar a muchos, incluso a ambos líderes comparados. Con profundas raíces en lo que ha sido la historia del socialismo democrático pero con la vista puesta en nuestro más inmediato futuro y con el convencimiento de que los más acuciantes problemas que en el presente España tiene planteados solo se pueden resolver desde el diálogo y el acuerdo.

A sus 47 años, Pedro Sánchez es un líder joven que en gran parte es fruto de la evolución política, cultural y social vivida por España durante estos últimos 40 años de convivencia democrática y pacífica. Es el primer presidente del Gobierno español que ha vivido toda su vida consciente ya en democracia. Posee una amplia formación académica: es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la UC, con un máster en Política Económica de la UE por la Universidad Libre de Bruselas, doctor en Economía y Empresa por la UCJC y con un programa de Liderazgo para la Gestión Pública en IESE Business School. Trabajó como asesor en el Parlamento Europeo, fue miembro del gabinete del alto representante de las Naciones Unidas en Bosnia durante la guerra de Kosovo. Su primer cargo electo lo obtuvo en esta gran escuela política que son siempre los ayuntamientos, en concreto en el de Madrid en 2004, para pasar luego, en 2009, a diputado en el Congreso.

Existen diferencias notables entre las biografías de Felipe González y Pedro Sánchez. Existen asimismo diferencias en sus formaciones académicas y sobre todo en su actividad política. También existen, como es público y notorio, no pocas diferencias entre las percepciones y opiniones que uno y otro tienen sobre la situación política actual, tanto por lo que se refiere en especial a España como en relación con la política internacional. A pesar de todo ello, sigo pensando que en el Pedro Sánchez de hoy está el mejor Felipe González de hace 20, 30 e incluso 40 años. Con todas las lógicas diferencias marcadas por los 30 años que les separan, hay como una ligazón que les une. Una ligazón, esa unión íntima entre dos o más cosas, que simplemente es la de la firme defensa de un proyecto socialdemócrata autónomo, reformista y moderado, dialogante y pactista, pragmático precisamente porque no se hunde en la palabrería hueca de la demagogia populista. Un proyecto socialdemócrata autónomo, y por tanto claramente diferenciado de cualquier otro y con voluntad hegemónica tanto política como culturalmente, que asienta sus raíces en aquel patriotismo constitucional reivindicado ya años atrás por José Luis Rodríguez Zapatero, que se fundamenta en la defensa del conjunto de la ciudadanía --porque “el país es su gente”, como nunca se cansó de repetir el por tantas razones añorado Pasqual Maragall--, en la necesaria corrección de las desigualdades sociales, en la convicción de que el progreso de la sociedad española solo es posible desde la voluntad de entendimiento y en la asunción plena de toda su enorme y compleja diversidad cultural y lingüística, en ningún caso en el uso y abuso de un patrioterismo de un signo u otro que utiliza las banderas, sean cuales sean, para enfrentar y dividir.