En un artículo publicado en el diario Ara, Toni Soler señala que "Iceta y Arrimadas tienen razón cuando dicen que el conflicto catalán es también un conflicto interno y que es necesario un acuerdo interno antes de pensar en el diálogo con España". Incluso admite la necesidad de mayorías cualificadas, hasta ahora negadas por el secesionismo que sigue reivindicando la secesión unilateral dando por bueno el golpe parlamentario de septiembre y el 1-O. No obstante , después de estas afirmaciones, condiciona el alcance del pacto interno al negar lo que llama zapaterismo y el pacto lampedusiano del Cercle, y lo limita a un acuerdo sobre una fórmula de soberanía que garantice el estatus de nación, el control efectivo del esfuerzo fiscal y "un reconocimiento simbólico dentro y fuera de nuestro territorio" (pone el ejemplo del Mundial).

La propuesta, en línea con las declaraciones de Artur Mas, Cuixart y otros líderes independentistas posibilistas alejados del legitimismo de Puigdemont y su entorno, cada vez más reducido, es un paso para destensar el ambiente pero es claramente insuficiente.

Un diálogo interno real no puede basarse en el actual statu quo político contaminado por cuarenta años de régimen nacionalista. Antes que nada hay que exigir a la Generalitat una serie de gestos que demuestren su voluntad de representar a todos los catalanes. Básicamente cuatro: 1. No adoctrinamiento en la escuela, que podría concretarse en que los libros de texto, especialmente de historia y literatura, fueran aprobados por una comisión de expertos independiente, plural y de reconocido prestigio, elegida por el Parlament con mayorías reforzadas. 2. Cumplimiento de las sentencias que establecen el 25% de materias en castellano. 3. Neutralidad de los medios públicos de comunicación, lo que no significa que los noticiarios y las tertulias no barran para casa --lo hacen todos los gobiernos--, pero sí que se mantenga la neutralidad de forma rigurosa en el resto de la programación ahora totalmente contaminada (reportajes, humor, programas infantiles...). 4. Cese del apoyo institucional a los CDR y a cualquier forma de escrache, o acoso a los no independentistas.

A partir del restablecimiento sostenido de la democracia en Cataluña, se podrá medir el apoyo de las distintas fuerzas políticas y establecer un diálogo en profundidad y sin condiciones previas. Mientras tanto, los planteamientos teóricos que pretenden destensar la situación bienvenidos sean, incluidas medidas como el acercamiento de presos, o que fiscalía pase a acusar por sedición en lugar de rebelión, pero no sirven para abordar una solución inclusiva y perdurable.