Quim Torra y Pablo Casado se parecen porque los dos personajes son un caramelo en la puerta del colegio: ambos han sido comidos por los niños.

Los dos han desaparecido, como el guapo Albert Rivera, que ha matado a Ciudadanos por haber creído que podía superar al Partido Popular. Si hubiera pactado con el Partido Socialista, España no dependería de Unidas Podemos.

En todo caso, es una incógnita saber cuál será el efecto de Feijóo al frente del PP.

Torra ha lanzado un libro en cuyo prólogo admite estar decepcionado porque su sueño independentista es, en realidad, una pesadilla irrealizable, se pongan como se pongan los separatistas. Lo saben. No son ingenuos, no son tontos. Pero lo peor es que en 2017 ya lo sabían.

Y, además, los tres partidos independentistas son incapaces de ponerse de acuerdo. Son una olla de grillos. Y también son conscientes de ello.

Mientras tanto, sigue la guerra en Ucrania. Nadie duda de que Vladímir Putin es un asesino. Ha matado a sus rivales políticos. Es un personaje sin alma que avergüenza a los rusos de buen corazón, porque su arma es la mentira. Y en nada difiere de Iósif Stalin.

Putin es un tirano comunista, pero quiero creer que no ha mandado matar a cientos de civiles en esa ciudad a pocos kilómetros de Kiev.

Y en España, cada familia pagará este año 500 euros más que el pasado por el incremento del precio de la energía.

Pero no todo son noticias negativas. Estamos en camino de superar la pesadilla del maldito Covid-19 gracias a la vacunación general.

Llueve y España no está seca...